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Billet de blog 6 novembre 2025

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“El mileismo es el nuevo avatar de la lucha de clases en la Argentina”

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« Feminismo es Justicia Social". María Pía López, Buenos Aires, 17 de septiembre de 2025. © Claudio Casparrino

María Pía López es una destacada socióloga, escritora, docente universitaria e investigadora argentina. Entre 2011 y 2015, fue la primera directora del Museo del Libro y de la Lengua, institución anexa a la Biblioteca Nacional de la República Argentina. Integra activamente el movimiento feminista y es una voz de referencia en los debates nacionales acerca de la relación entre cultura y política.

En esta entrevista, realiza una caracterización del gobierno de Javier Milei y su impacto en la sociedad argentina en el marco del avance de las ultraderechas a nivel mundial. El diálogo que aquí se presenta es fruto de un intercambio en dos momentos cercanos pero polares de la vida política y social argentina. El primero, fue efectuado el 17 de septiembre pasado en el marco de una masiva movilización nacional en defensa de la universidad pública y gratuita ante los devastadores recortes presupuestarios de la motosierra fiscal del gobierno. El segundo, tuvo lugar durante las horas posteriores al rotundo triunfo electoral del oficialismo en las elecciones de medio término del domingo 26 de octubre último.

Entrevista y fotografía: Claudio Casparrino

CC: En diciembre se cumplirán dos años desde que Javier Milei asumió la presidencia en Argentina. Desde diferentes disciplinas de las ciencias sociales se ha argumentado la existencia de importantes elementos de continuidad con otros períodos recientes en los que predominaron los programas de las derechas localmente actuantes. En particular, estos análisis refieren a la reedición de elementos presentes en la última dictadura militar (1976-1983), los gobiernos de Carlos Menem (1989-1999) y Fernando De la Rúa (1999-2001) durante los años 90 y, finalmente, la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019). ¿Coincidís con esta evaluación?

MPL: Efectivamente. Creo que hay una continuidad que yo situaría en dos niveles. Por un lado, destaco la continuidad del antiperonismo. El mileismo está desplegando una disputa contra aquello que el peronismo concibe como una articulación entre derechos y necesidades, con la afirmación de lo público, la defensa del Estado y de un cierto igualitarismo plebeyo.

Y, por otro, existe un hilo de continuidad en las lógicas autoritarias fuertemente presentes en todo el argumento del gobierno. No son golpistas como las derechas en el pasado. Heredan el lawfare y la lógica golpista de los últimos años en América Latina. Cristina Fernández de Kirchner [presidenta de la nación entre 2007 y 2015] está presa desde junio pasado. Sobre este hecho y el intento previo de asesinato de la principal líder opositora [Cristina Fernández de Kirchner fue víctima de un intento de atentado en Buenos Aires en 2022[1]], el mileismo estructura un tipo de poder no exento de violencia. Su relación con la democracia es el intento sistemático de su vaciamiento, de su reducción a una elección bianual o, si pudieran, cuatrianual. Porque la legitimidad del mileismo no surge de los votos sino de los mercados, del apoyo de los sectores dominantes y las clases empresariales. En ese sentido son fuertemente antidemocráticos. No ven en la democracia un principio de legitimidad.

De hecho, allí reside la lógica del veto del gobierno a las decisiones del Congreso de la Nación. Luego la gente se moviliza y es reprimida en las calles. Los dos momentos del juego democrático -el poder legislativo y la calle- están sujetos a la imposición de límites todo el tiempo. Podríamos afirmar que el mileismo hereda y actualiza, muy claramente, una lógica autoritaria en Argentina. Y en ese sentido viene a cumplir una tarea que estaba presente en el proyecto de la dictadura en el sentido en que lo afirmaba Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar[2]: las torturas, los campos de concentración, los asesinatos estaban al servicio de un crimen social que residía en desbalancear la lucha de clases en Argentina y provocar la pérdida de derechos a los laburantes. Bueno, allí hay una continuidad absoluta con el proyecto de 1976, aunque sin campos de concentración.

El mileismo es el nuevo avatar de la lucha de clases en Argentina frente a un movimiento político como el peronismo cuya idea-fuerza reside, no en la revolución, sino en la necesidad de regular la lucha de clases, de poner límites a la voluntad criminal de nuestras clases dominantes, tal como afirmaba León Rozitchner[3]. El mileismo viene justamente a eso, a liberar esa voluntad criminal. Y por eso no dejan de hablar de muerte, de violaciones, de amenazar con situaciones de mucha violencia. Ese discurso es también un registro del modo en que ven el mundo.

CC: ¿Qué es lo novedoso del mileismo?

MPL: Creo que lo novedoso en el mileismo fue el entusiasmo plebeyo que concitó durante las elecciones presidenciales, algo que a nosotres nos resulta muy dificil pensar. Vino a proponer una discusión sobre la casta, la vieja clase política, y a plantear que aquello que nosotros denominábamos derechos era, por el contrario, privilegios. Conmovió a muchas personas muy jóvenes. Es algo para tener en cuenta, porque expresa una sensibilidad nueva. La de les pibes que prefieren trabajar a través de la plataforma Rappi[4] a tener un laburo en una oficina. Que se sienten más libres ahí, y no encuentran un horizonte deseable en tener un aguinaldo y vacaciones, porque perciben que eso forma parte de una lógica opresiva. Se trata de una subjetividad nueva que es meritocrática, competitiva y muy individualista, que te dice “yo tengo que trabajar igual, gane quien gane” las elecciones. Sobre eso se afirma Milei.

En ese primer momento tuvieron éxito en interpelar el enojo con una clase política que estaba viviendo en la estratósfera, bien vestida, con guita, hablando de otro modo, alejada de cualquier territorio. ¡Todo eso es costosísimo! Cuando Milei salió a hablar contra la casta, incluso utilizando modos groseros contra las “buenas maneras”, resonaba en una experiencia real.

Entonces, la cuestión acerca del post-mileísmo, de la ruptura con todo esto, implica pensar cómo se vuelve a reconectar con ese sujeto popular. No se trata de pensar una política contra él sino pensarlo con todos esos claroscuros. No es el sujeto organizado, tradicional, de la normalidad.  

CC: Milei ha construido el mito liberal de una exitosa “Argentina-potencia” durante el siglo XIX, comandada por una oligarquía exportadora de productos primarios, cuyo reemplazo por una etapa populista habría hundido al país en el fracaso. Se trata, sin dudas, de un intento de reescritura que apunta contra las experiencias democráticas populares del siglo XX. Según la mayoría de los historiadores no es más que un mito sin fundamentos reales. No obstante, ese discurso ha tenido mucha pregnancia. ¿Por qué?

MPL: Plantearía tres cuestiones. En primer lugar, el tópico de la decadencia, que está muy presente en el sentido común argentino. Se escucha todo el tiempo, por ejemplo, en la gente que dice “cuando yo iba a la escuela era otra cosa, pero ahora es la decadencia…”, “cuando yo era joven… y ahora hay decadencia…”. Siempre me río cuando escucho la afirmación de que cada vez se habla peor, que los chicos usan menos palabras. Se dijo durante todo el siglo XX. Pero las mediciones que se realizan en las investigaciones lingüísticas sostienen que no hay caída en la cantidad de palabras utilizadas. Existe el mito de una decadencia en cualquier esfera en que nos situemos, según el cual tuvimos un momento de gloria luego del cual fuimos barranca abajo. Es el sentido común mitologizado.

Pero, en segundo lugar, eso se rearticula en este momento con la crisis económica post-2009, de la cual no se termina de salir. La falta de crecimiento tiene muchas consecuencias: lo que crece es la cantidad de pibes que se hacen adultos y no tienen laburo ni posibilidad de vivir solos. No hay primeros trabajos para mucha gente. Cada generación vive peor que sus padres. Y esa sensación se materializa, pasándose del mito a la vivencia, a la decadencia.

Es lo que ha sucedido incluso durante los gobiernos kirchneristas. Venimos de la “década ganada”[5] con crecimiento y la ampliación de posibilidades para muchas personas, a los años 2011-2015, en los cuales se empieza a caer. Y el último gobierno, de Alberto Fernández [presidente de la nación entre 2019 y 2023], fue catastrófico. No hubo ninguna rectificación, entre otras cosas por la existencia de una deuda pública que impedía cualquier movimiento, y la ausencia de voluntad política para hacer algo con eso.

Esa decadencia tiene una materialidad muy contundente: de manera creciente los más jóvenes viven peor que las generaciones anteriores. Y a la vez, dado que nuestra lengua política está vinculada a los derechos, insistimos permanentemente en la existencia del derecho laboral, a la salud, a la educación, etc. El problema es que para muchas de esas personas no existen esos derechos, porque no los tienen de manera efectiva.

En tercer lugar, la retórica de los derechos es universalista, pero su ejecución nunca puede ser pragmáticamente universal, porque siempre alguien podría afirmar “no tengo sala de salud en la que tratarme”. Si aquello que vos estás llamando derecho llega incluso al 90% de la población, para el 10% restante es un privilegio de los que sí acceden. Se trata de una trampa formidable que hemos discutido mucho en relación con el derecho a la universidad libre y gratuita. Sabemos que no todo el pueblo argentino accede a los estudios universitarios, pero afirmar ese derecho implica al mismo tiempo afirmar la existencia de un horizonte abierto para que eso ocurra. Ello no significa que se materialice siempre.

La derecha hizo mucho pie en esa insatisfacción que surge entre derecho retórico y ejecución del derecho. Lograron convertir ese derecho restringido, no efectivamente universal, en un privilegio defendido por los agentes políticos de la afirmación de los derechos. O sea, los que cobraban por decir que existen derechos. Es en esa instancia en la que la idea de derecho se articula con la de casta.

CC: Podría afirmarse que durante la etapa de los tres gobiernos kirchneristas hubo un fuerte énfasis en una mirada desarrollista que pudo haber soslayado algunos aspectos de la construcción de subjetividades e identidades políticas subalternas. Me refiero a una centralidad en el sostenimiento del crecimiento, el empleo y el consumo como elementos privilegiados de la articulación social. ¿Cuál es tu opinión?

MPL: Sí, el discurso del kirchnerismo estuvo muy anclado en términos desarrollistas. Recuerdo una discusión relacionada con “Conectar Igualdad”[6], un formidable programa que distribuía notebooks para todos los pibes. No se produjo un discurso acerca de la confianza en el acceso a la tecnología, que no es sólo una herramienta sino parte del dilema de la subjetividad. Se confió, casi como liberales, en la idea según la cual a través de un teléfono o una computadora podíamos actuar como sujetos libres sin pensar eso que nos reveló la pandemia con mucha fuerza: que la tecnología implica un nuevo tipo de comunicación, de globalización, de consumo, otra lengua y otra subjetivación.

Cuando hablamos del mileismo, nos referimos a la ola de las derechas mundiales y de quienes apoyan su batalla cultural. De quienes están con Trump o Bolsonaro. No se trata de un fenómeno local, sino que lo excede, obligándonos a pensar en la existencia de un nuevo régimen comunicacional que construye afectividad, interpretación, y una disolución del principio de constatación de lo real que me preocupa fuertemente. 

Al respecto, recuerdo un intercambio con unos jóvenes en la fila de un banco luego del triunfo de Milei frente a Sergio Massa en el ballotage presidencial en 2023. Uno de ellos compartía su alivio por el resultado de la elección y mencionaba al otro que su novia le había comentado que la directora de la Universidad de Buenos Aires había ordenado a los alumnos votar por el candidato del peronismo. Al escucharlo, intervine en la conversación explicándole que la UBA no tiene directora sino un Rector y un Consejo Superior, y que esa versión no podía ser cierta. Él insistió en que había una directora de la universidad y concluyó diciéndome “eso será tu realidad, no la mía”. Me alucinó que alguien me hablara de “su realidad” en lugar de “su punto de vista”. Es decir, que existen realidades partidas. Es algo que comencé a observar con mucha frecuencia. Otro ejemplo, el de un taxista que sostenía que la pandemia fue inventada por los gobiernos socialistas. Cuando le pregunté de dónde había sacado esa información, me contestó “me lo mandaron por whatsapp”. No sé cómo se va a lidiar con esta situación, frente a colectivos de personas en entornos virtuales en los que se construyen creencias sin constatación de ningún tipo.

CC: Pareciera existir una fuerte brecha entre el sistema político, los movimientos sociales y la gente en general. En alguna medida Milei resolvió una crisis de representación que se estaba produciendo y logró una nueva rearticulación política.

¿Cuáles son las prácticas que habría que revisar desde las organizaciones populares para recrear una construcción subalterna?

MPL: A fines de 2015, cuando ganó la derecha, lo primero que hicieron, en Jujuy, fue perseguir a la organización social Tupac Amaru y detener a su principal dirigente y otras militantes. Milagro Sala[7] sigue presa. Cuando Milei asumió, puso en práctica un protocolo represivo para evitar cortes de calles. Eso transformó las prácticas de ocupación y las acciones de lucha, pero ya había signos de agotamiento, de hastío, de las bases militantes. También existían indicios de ausencia de prácticas democráticas internas en las grandes organizaciones, no ajenos a una suerte de desestructuración sobre la que opera el gobierno.

A su vez, los movimientos sociales están súper lastimados porque parte de la acción territorial está relacionada con recursos de la SEDRONAR destinados a alimentos de los comedores, sobre los cuales el gobierno ha implementado una política de sequía[8]. Los movimientos no tienen cómo resolver necesidades. Por ejemplo, en el noroeste del conurbano bonaerense[9] se había construido una formidable red de comedores, merenderos y centros culturales, pero el gobierno cortó la llegada de alimentos. En los mismos barrios se abrieron comedores controlados por grupos evangélicos de derecha con mucha guita, y la gente comienza a trasladarse para satisfacer sus necesidades. Hoy estamos en un punto muy duro, con las militancias en crisis, con rupturas fuertes entre las bases y las conducciones de las grandes organizaciones, y con la sensación de un abismo entre estas situaciones y la política.

También lo observo en los feminismos. Después de la pandemia no se logró reconstituir el tipo de movilización amplia y transversal del momento anterior, retejer las militancias en el sentido de salir por fuera de los núcleos activos que ya conformamos. Hasta 2019 no tenías solamente la movilización visible en la calle. Sabíamos que, en todos los barrios, las escuelas, las universidades, surgían grupos y las pibas se movían para organizarse. Hoy sólo ocurre en los núcleos militantes minoritarios.

Tenemos urgencia y a la vez debemos tener mucha paciencia para recrear un tejido por abajo. Hablar mucho, en las escuelas, en las universidades, en los barrios. Estar muy a disposición de otro tipo de conversación política que va a requerir tiempo, que no se produce sola, y que no puede aparecer con los modos tradicionales de aglutinamiento. Yo siento eso, que tenemos que construir esa conversación por otro lado. 

CC: El gobierno acaba de lograr un contundente triunfo en las elecciones legislativas de medio término. Pudo remontar una situación de creciente malestar social e inestabilidad económico-financiera que podían augurar resultados electorales muy distintos. Entre los factores que podrían explicar ese triunfo, se destaca un explícito apoyo económico y político del gobierno de Donald Trump. ¿Cuál es tu balance a pocas horas de conocidos los resultados surgidos de las urnas?

En estos dos años, el plan de gobierno se centró en atacar los núcleos de preservación de lo público y de resguardo de los lazos sociales no mercantiles: la salud y la educación pública, las bibliotecas populares, las lógicas de cuidado a las personas vulnerables. Pero con un plan económico muy destructivo de la producción y el trabajo, centrado en las finanzas. Esto lo puso en una enorme debilidad y el gobierno de Trump aprovechó para respaldarlo a cambio de condiciones que desconocemos. Pero algo sí conocemos y es la importancia global de este experimento anarco-capitalista. Ese respaldo permitió a Milei ganar la elección legislativa, seguramente asentado sobre el miedo de la población a una corrida cambiaria, una situación hiperinflacionaria o un caos político. La situación es peligrosa, no sólo por el daño social que están produciendo sino porque lo enmarcan en la agitada batalla cultural que todo el tiempo elige enemigos a los cuales perseguir.

[1] https://www.pagina12.com.ar/478531-el-odio-trepo-hasta-el-intento-de-magnicidio

[2] Carta Abierta redactada y difundida por el escritor y periodista argentino Rodolfo Walsh el 24 de marzo de 1977 al cumplirse un año del inicio de la última dictadura militar argentina (1976-1983). Fue emboscado y secuestrado el día siguiente por un grupo de tareas que operaba desde la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), permaneciendo aún desaparecido. El texto puede leerse en https://www.cels.org.ar/common/documentos/CARTAABIERTARODOLFOWALSH.pdf.

[3] León Rozitchner (1924-2011), filósofo y escritor argentino.

[4] Plataforma digital de entregas de comidas y otros bienes, de fuerte presencia en América Latina.

[5] Con ese término se identifica a la primera etapa del período gobernado consecutivamente por los presidentes Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011 y 2011-2015), en los que se produjo una rápida recuperación de indicadores económicos y sociales, luego devastadora crisis de 2001-2002.

[6] “Conectar Igualdad” fue un programa nacional creado durante la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner con el objetivo de promover la inclusión digital y disminuir las brechas geográfica y socioeconómica existentes en el acceso a nuevas tecnologías de aprendizaje, comunicación y acceso a la información. A través de este programa se distribuyeron gratuitamente más de cinco millones de notebooks a niños y niñas en todo el territorio nacional, se dotó de equipamiento y conectividad a las escuelas y se construyeron plataformas digitales de educación. Asimismo, la iniciativa incluyó el desarrollo de proveedores especializados que fortalecieron el desarrollo de servicios de programación y producción de bienes informáticos.

[7] https://www.pagina12.com.ar/tags/770-milagro-sala

[8] La Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación (SEDRONAR) ha realizado un abordaje territorial a través del sostenimiento de espacios de contención comunitaria destinados a personas en situación de vulnerabilidad.

[9] Se denomina conurbano bonaerense a una amplia región compuesta por 24 municipios de la Provincia de Buenos Aires, que rodean a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Constituye un núcleo poblacional de alta densidad en el que habitan cerca de 11 millones de personas, equivalente al 25% de la población del país.

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