¿Cómo un empresario mediocre e incompetente, ha conseguido llegar a la casa blanca sin programa político y exultando un discurso racista, misógino, antisemita y homófobo ?
Varias líneas de análisis han sido propuestas, las más superficiales se refieren al abstencionismo (sobre todo de los latinos y las mujeres) que ha hecho que Hilary Clinton pierda seis millones de votos de electores que simplemente no se han manifestado. Otras señalan el sufrimiento de la clase obrera blanca, los bajos salarios, la angustia de la globalización, el terrorismo y el miedo a las olas de refugiados. Ahora todas estas explicaciones se presentan como evidentes (cuando en realidad no todos los electores de Trump son pobres o victimas) pero nadie, ningún politólogo, ningún sondeo de opinión, ningún perito ha podido prever el desastre, lo que demuestra la increíble burbuja en la que vive el mundo político, los medios de comunicación y los institutos de opinión pública.
Profundizando aún más el análisis, el escritor Paul Berman, considera que el origen del mal se encuentra en el colapso de la inteligenzia norteamericana. El anti-intelectualismo, la actitud de hostilidad y desconfianza respecto de los intelectuales es particularmente fuerte en sociedades avanzadas de consumo como la estadounidense donde se desprecia el esfuerzo intelectual. El célebre escritor Isaac Asimov dice que “existe un culto de la ignorancia en los Estados Unidos, siempre ha sido así. La tradición del anti-intelectualismo fue una constante que ha hecho brecha en nuestra vida política y cultural, nutrida por la falsa idea que la democracia significa que mi ignorancia vale tanto como el saber”. La expansión del evangelismo explica asimismo el rechazo de la razón, el espíritu crítico y la especulación, promoviendo la emoción y el sentimentalismo (81% de los protestantes blancos votaron por Trump). El vicepresidente de Trump, Mike Pence es un ex católico convertido al evangelismo, abiertamente homofóbo que ha financiado con fondos públicos terapias de conversión de los homosexuales hacia la heterosexualidad, ha propuesto poner fin a la gratuidad de los tratamientos contra el sida y ha promovido, como gobernador del estado de Indiana, una ley sobre la libertad religiosa que permite a los patrones y comerciantes no contratar, emplear ni atender a homosexuales, judíos o musulmanes invocando razones religiosas.
La victoria del pastor evangélico Marcelo Crivella en las recientes elecciones municipales de Rio de Janeiro confirman dicho análisis. Como Pence, el grupo de diputados evangélicos del Parlamento de Brasil, propone introducir en las escuelas públicas la teoría creacionista y prohibir cualquier referencia a la homosexualidad en los programas, lo cual sería considerado una propaganda inmoral.
Según Guy Sorman, la victoria de Trump puede interpretarse como la revancha del macho blanco. Después de varios años de política de igualdad y paridad, emancipación de la mujer y discriminación positiva en favor de las minorías étnicas, el macho blanco se siente amenazado y el miedo irracional a perder su supremacía lo lleva a adoptar soluciones extremas. Según el ensayista Adam Shatz, las elecciones de 2016 son el fruto de una política de resentimiento cultural; los electores de Trump desean “recuperar su posición de dominación natural, no solo económicamente sino sobre todo políticamente, luego de haber visto la Casa Blanca “confiscada” por una familia de negros y ser disputada por una mujer. Se trata, para este electorado, de restaurar la primacía blanca contra el multiculturalismo de Obama”
La nefasta astucia de Trump es haberse dirigido no a la razón de los electores sino a su cerebro reptiliano, es decir a la parte del cerebro que controla las emociones más primitivas como la rabia, la territorialidad, la agresión, la violencia. Al considerar a los mexicanos como ladrones y violadores, Trump le habla al cerebro reptiliano del obrero norteamericano blanco que teme que su empleo sea ocupado por un inmigrante. Al considerar a los musulmanes como terroristas, Trump le habla al cerebro reptiliano del evangelista que se siente amenazado por una religión que crece tanto o más que la suya. Al considerar que la mujer deber ser ama de casa y ocuparse de sus hijos, Trump le habla al cerebro reptiliano del machista que se siente amenazado por el éxito profesional de las mujeres. Al prometer destruir el Obamacare, Trump se dirige al cerebro reptiliano del paciente blanco que teme que el paciente negro ocupe su cama de hospital. Al pronunciarse contra el matrimonio igualitario, Trump le habla al cerebro reptiliano del heterosexual que teme que sus hijos sean seducidos por los gays. Su exhibicionismo de nouveau riche, le habla al cerebro reptiliano del pobre que sueña hacerse rico como por toque de magia. El problema es que el cerebro de reptil existe también en los latinos (29%), las mujeres (42%), las personas LGBT (14%), los judíos (24%) los negros (8%) y los musulmanes (4%) que han votado por Trump (una forma de xenofobia, misoginia, homofobia y racismo interiorizado por las propias minorías… )
Espinoza decía que la pasión triste es una imperfección del ser que nos conduce al odio, al miedo y la ansiedad. Trump ha sabido provocar las pasiones tristes latentes….
La victoria de Trump, como el Brexit, el triunfo de Crivella y el aumento de los partidos de extrema derecha en Europa constituyen un retroceso de la civilización política. El sexismo, la homofobia, el racismo, el antisemitismo, la xenofobia y la misoginia del discurso del Trump que le permitió llegar al poder de la principal potencia mundial constituyen los ingredientes de esta forma oscura y arcaica de la política que remplaza al ciudadano por el guerrero y a la civilidad por la jungla. Como dice el sociólogo francés E. Fassin, “los electores de extrema derecha no son víctimas que hay que escuchar en su sufrimiento sino sujetos políticos a los que hay que combatir políticamente”