Daniel Borrillo (avatar)

Daniel Borrillo

Juriste

Abonné·e de Mediapart

57 Billets

0 Édition

Billet de blog 17 novembre 2015

Daniel Borrillo (avatar)

Daniel Borrillo

Juriste

Abonné·e de Mediapart

América latina y el islamofascismo

Daniel Borrillo (avatar)

Daniel Borrillo

Juriste

Abonné·e de Mediapart

Ce blog est personnel, la rédaction n’est pas à l’origine de ses contenus.

Ningún Estado latinoamericano participa en la coalición internacional contra el autodenominado Estado Islámico (EI). Después de los sangrientos atentados de Paris, resulta difícil entender que ni los gobiernos ni las opiniones públicas del continente levanten sus voces para reclamar dicha participación. Durante mucho tiempo, los argumentos de tipo anti-imperialista y anti-discriminatorio han jugado un papel importante en la indiferencia, en el mejor de los casos o en la condescendencia, en el peor, respecto de las masacres cometidas por Daesh (como denominan al EI las autoridades francesas). Pero el colonialismo francés carece de capacidad explicativa tanto a nivel interno como internacionalmente. En efecto, la mayoría de los inmigrantes árabes en Francia han encontrado trabajo, has desarrollado una vida familiar, han podido mandar a sus hijos a la universidad y se han beneficiado de la generosidad del Estado de bienestar (salud, vivienda, educación…). Ciertamente que existe discriminación y que muchos de los jóvenes franceses que se enrolan en el EI padecen de marginación social y de fragilidad psicológica. Sin embargo, ello no explica la gravísima situación en la que se encuentra Francia y las democracias occidentales. Como todos los grupos sectarios, es por los más frágiles que se alimenta el grueso del reclutamiento terrorista, pero existe una élite pensante que organiza de manera extremadamente meticulosa el engranaje del odio. Durante mucho tiempo en Francia, la cuestión social ha eclipsado la cuestión política. Para no estigmatizar a un grupo minoritario, hemos caído en la trampa de la ingenuidad: el peor de los pecados políticos. Hace algunos meses, el diputado socialista Malek Boutih ha presidido una misión parlamentaria y presentado al gobierno un informe “Génération Radicale”[1] en el que analiza los mecanismos de la radicalización yihadista en Francia. El diputado de origen magrebí conoce bien el problema y está confrontado al mismo diariamente en su circunscripción. Malek Boutih recuerda que los terroristas no atacan los espacios de poder (embajadas, sedes de gobierno, militares…) sino los símbolos de la democracia y la Republica, la libertad de expresión (Charlie Hebdo), la minoría judía (y agregamos nosotros después del 13N, las terrazas de café y las salas de espectáculos), es decir la vida misma. Primer constatación alarmante: el número de jóvenes que pasan al acto es minoritario pero existe una mayoría de jóvenes musulmanes de la periferia que no solo no lo desaprueba sino que ve al yiahdismo como un movimiento político loable. La adhesión no es religiosa sino política. « No se trata solamente de jóvenes de origen humilde o de cultura musulmana, sino también de conversos, hijos de profesores, estudiantes universitarios…. », constata el informe.

A nivel internacional, muchos comentaristas en América Latina avanzan el argumento imperialista según el cual son las intervenciones militares de Occidente las que provocan el terrorismo, poniendo al mismo nivel la barbarie terrorista y el Estado francés olvidando de decir que el EI y Bahar el-Assad han matado muchos más inocentes musulmanes que las fuerzas armadas francesas. La intervención militar en Mali, suele ser también invocada por los mismos comentaristas, olvidando que dicha intervención fue realizada a pedido del gobierno electo de Mali y con mandato de las Naciones Unidas ante los incesantes ataques yiadhistas de los que la población y las autoridades eran víctimas. La solidaridad necesaria con las minorías oprimidas no puede eclipsar el entendimiento e impedir ver la ideología nefasta (misógina, homófoba,  antisemita…) que vehicula el islamismo.

Volviendo a la situación interna, una nueva y arraigada forma de antisemitismo, denunciada en el informe de Malek Boutih, había sido ya ampliamente analizada por varios especialistas. La sociedad francesa enfrenta tres tipos de antisemitismo: una parte significativa de la población musulmana, la extrema derecha y la extrema izquierda[2]. La lectura marxista propuesta por ésta última, lleva a conclusiones simplistas y peligrosas, los dominados son los palestinos (una especie de proletariado geopolítico) que necesitan resistir de cualquier manera (inclusive con la violencia) a la opresión israelita comparada al nazismo[3]. Sin justificar los abusos del Estado de Israel, cómo se puede llegar a un análisis tan tendencioso sino por un arraigado sentimiento antisemita?

Muchos de los gobiernos latinoamericanos han enarbolado de manera populista el discurso anti-imperialista y anti-sionista. Ello puede explicar, en un primer momento, la ausencia de denuncia de lo que se ha dado en llamar el islamofascismo. Pero existen también razones mucho más espurias. El islamofascismo está estrechamente relacionado con el islamogangsterismo: el tráfico de drogas y el tráfico de armas constituyen las principales fuentes de financiación del IE. El diario brasileño Folha de Sao Paulo aseguró en un reportaje que “Estados Unidos no tiene dudas de que grupos terroristas usan la Triple Frontera —ubicada entre Argentina, Brasil y Paraguay— para financiarse por medio del contrabando”. Una investigación del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos también resalta los vínculos entre los grupos radicales yihadistas, los cárteles de la droga mexicanos y la guerrilla colombiana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para lavar dinero y financiar sus actividades terroristas.

La ausencia de los países latinoamericanos en la coalición internacional contra Daesh, puede ser interpretada, después de los dramáticos acontecimientos de Paris, como una forma más o menos consciente de complicidad y cobardía. Esperemos que de ahora en adelante las cosas cambien y emerja en el continente una nueva conciencia democrática capaz de entender que nos encontramos ante el peor enemigo de la libertad que ha conocido la historia (podíamos imaginar algo peor que el nazismo y el estalinismo…) y  al que es necesario librar batalla juntos.


[1] http://www.boutih.fr/wp-content/uploads/2015/07/G%C3%A9n%C3%A9ration-radicale.pdf

[2]D. Reynié, « L’antisémitisme dans l’opinion publique française », Fondapol, Paris, 2014.

[3]E. Keslassy, « De l’antisémitisme en France », Institut Diderot, Paris, 2015.

Ce blog est personnel, la rédaction n’est pas à l’origine de ses contenus.