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Cédric Lépine: ¿Cómo inició este proyecto de película?
Bruno Bancalari: Inició en 2015-2016, tiempo después de haber tenido el gusto de conocer a Ángel Céspedes (productor, productor musical e investigador musical del documental) y de compartir nuestro deseo por hacer un documental musical.
Él es músico y ya venía haciendo investigación musical en esa región de México desde hacía tiempo y, en mi caso, venía haciendo proyectos audiovisuales relacionados con el mundo de la música y tenía la intención de hacer documentales en México que retrataran el concepto de la mexicanidad y de su diversidad usando a la música como el lenguaje que une las historias de todos los personajes, pero no fue hasta el 2019 que el equipo se consolidó con la llegada de Paola Herrera, como nuestra productora delegada, y con la participación de otros productores como Juan Pablo López-Fonseca y Alex de Icaza, todos dispuestos a sumar al proyecto desde diferentes trincheras y fue en ese momento y gracias al apoyo del programa Ibermedia Desarrollo que fuimos a recorrer La Costa de Oaxaca y La Costa Chica de Guerrero para conocer a los personajes y para aterrizar bien las bases del proyecto.
Cabe mencionar que Los Hijos de la Costa era mi primer largometraje y durante mucho tiempo había considerado la idea de hacer mi primer proyecto acerca de la violencia desbordada que existe en México, pero después de pensarlo, preferí ir por un camino que me permitiera enfocarme en aquello que considero bello de mi país y que me permitiera enaltecer su riqueza cultural y todo aquello que me parece inspirador del lugar de donde soy. Fue a partir de ese principio que empecé a darle forma al documental.
C. L.: ¿Qué significa la música para usted?
B. B.: La música tiene distintas funciones en mi vida. Es combustible y medicina para el día a día, es inspiración, es un detonador de ideas, de recuerdos, de sueños y también es una fuente de conocimiento infinita que me permite conocer más acerca del mundo, acerca de distintas culturas y, en esa búsqueda, me permite conocerme más a mí mismo.
Creo -sinceramente- que la música nos acerca, nos conecta, embellece nuestras vidas y, sin temor a equivocarme, considero que es el lenguaje artístico más universal y poderoso de todos.
C. L.: ¿Cuál fue la idea original de Ángel Céspedes para desarrollar el guión?
B. B.: Originalmente, Ángel me había compartido su deseo de hacer un documental que narrara el encuentro musical entre un grupo de músicos costeños y un grupo de músicos de la Ciudad de México y de otras latitudes, con el fin de mostrar la historia musical de la región y su fuerza, vista a través del intercambio entre estos dos universos. Sin embargo, cuando empecé a considerar realmente la posibilidad de hacer un documental sobre la música y la gente de La Costa de Oaxaca y la Costa Chica de Guerrero, creí que para hacer un retrato fiel de dicha cultura, los personajes centrales tenían que ser ellos mismos, sin la intervención de personajes extranjeros y, ante la falta de reconocimiento y visibilización de su cultura, creí que era necesario darles el espacio para que ellos hablaran de sí mismos, sobre su música, sobre sus comunidades y sobre la vida, en general. Que el documental fuera un homenaje al folclor local, de la forma más fiel posible, a pesar de ser dirigido por alguien que no es originario de ese lugar.
Al final, todos los productores estuvimos de acuerdo de ir en esa dirección y comenzamos a avanzar a partir de ahí.
C. L.: ¿Cómo elegiste y encontraste los músicos que aparecen en la película?
B. B.: Desde un inicio supe que para hablar de la identidad musical costeña, había que abordarla desde distintos puntos de vista y a partir de distintos géneros musicales, ya que hay muchos tipos de personajes y existe una herencia musical muy amplia en la misma región geográfica y hacerlo a partir de un solo personaje o de un solo género musical hubiera sido muy limitante. Por lo tanto, para hablar de la identidad costeña desde un lugar más integral, había que entender cómo sonaba la música del pescador del puerto, cómo sonaba la música del campesino o la del ganadero en el llano, cuál era la cosmovisión de cada uno, entender a qué le cantaba cada uno de ellos, etc, y para eso busqué a diversos tipos de músicos a través de Ángel Céspedes, quién ya había hecho una investigación anteriormente y la cual fue de gran ayuda.
Personalmente y pensando más allá de la música, creía también que cada uno de estos personajes debía estar representado en distintos elementos que forman parte de la identidad local. Debían estar integrados con el mar, el campo, el río, el manglar, el árbol centenario, las aves... Con el día y la noche. Con el presente, el pasado y el futuro de su comunidad. O, inclusive, con la alegría, la nostalgia, el silencio y la incertidumbre de la vida. Y fue gracias al viaje de investigación que hicimos por esos territorios en 2019 que conocimos a estos personajes, que conocimos sus comunidades y que hicimos la promesa de que algún día regresaríamos a hacer un documental con ellos como personajes centrales.

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C. L.: ¿Porqué retratar especialmente te concentraste en la cultura musical afrodescendiente en México, Oaxaca y más?
B. B.: Desde hace tiempo había tenido la inquietud de hacer varios documentales de música que mostraran distintos universos dentro de México porque pienso que es un país que tiene muchos rostros, muchos matices; es difícil definirlo de una sola forma. No tenía claro dónde iba a ocurrir la historia exactamente, pero estaba buscando una comunidad donde, al hablar de música, pudiéramos sentir de cerca su folclor y apreciar -de alguna manera- las líneas tan difusas que existen en determinados grupos de nuestra sociedad cuando hablamos de herencia cultural. Así que, tenía un par de lugares en mente con los que quería explorar esa narrativa, pero cuando fui por primera vez a la Costa de Oaxaca, por invitación de Ángel Céspedes, supe que era un gran lugar para hacer mi primer documental. Sentí una conexión especial con la región, con la cultura local, con la magia de los escenarios naturales y sentí que todos los elementos estaban ahí a nuestra disposición. Contaba con gente de diferentes contextos, con distintas idiosincracias, con diversos fenotipos y formas de vivir la vida, y sentía que la comunidad afrodescendiente era una parte primordial del rompecabezas cultural mexicano y que merecía tener cada vez más presencia e influencia en el cine nacional.
C. L.: ¿"Buena Vista Social Club fue una referencia para hacer la película?
B. B.: No directamente, aunque amo profundamente el cine de Wim Wenders. Más bien, creo que en este documental se mezclaron muchas influencias que venían de diferentes lugares, desde mi amor por la música y el folclor, mi gusto por la antropología, por la fotografía documental y el acervo histórico de los pueblos de México, mi fascinación por los paisajes naturales y la manera en que estos juegan un papel fundamental en la historia de un pueblo.
C. L.: La música mexicana, sobre todo con el cine de ranchera, tiene una fuerte tradición popular: ¿por eso se puede ver el país como una cultura todavía muy musical, sin frontera de clases sociales?
B. B.: Quisiera pensar que sí. Creo que México es un país de fuertes contrastes, de mucha división por cuestiones de discriminación, desigualdad económica e ignorancia de nuestra historia. Sin embargo, hay ciertos espacios donde el mexicano suele experimentar una postura de mayor horizontalidad y esos espacios tienen que ver con la música, las tradiciones populares, la gastronomía, el humor, la fiesta, el futbol, la insatisfacción generalizada por nuestra situación económica, política y social, entre otros contextos.
Pienso que los mexicanos, como en muchas otras culturas del mundo, encuentran en la música un arraigo muy singular y, posiblemente, una identidad más definida si lo comparamos con otros ámbitos de la vida y parte de eso se debe a la enorme cantidad de influencias que ha tenido su cultura a lo largo de su historia, dando lugar a la apreciación y a la apropiación de un sin fin de géneros musicales que hoy en día son parte de la esencia del mexicano en todos los escenarios de su vida; en la celebración, en la euforia, en la añoranza, en la nostalgia y en todo aquello que les remita a casa.
C. L.: ¿Cómo fue el camino para producir "Los hijos de la costa"?
B. B.: Fue un proceso largo, de muchas paciencia.
Una vez desarrollada toda la documentación y una vez establecido el equipo de productores y co-productores al frente del proyecto, tuvimos que aplicar a EFICINE, el cual es un estímulo fiscal que apoya a la producción y distribución de proyectos cinematográficos nacionales y, afortunadamente, fuimos aprobados.
Nuestro rodaje fue de 6 semanas, aproximadamente, la postproducción duró 1 año y en junio de 2024 nos presentamos -por primera vez- en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), compitiendo en la categoría Premio Mezcal. A partir de ahí, el documental se ha presentado también en el Festival Internacional de Cine de Shanghai (SIFF), Festival Internacional de Cine de Mumbai (MIFF), Festival de Cine Latinoamericano de Vancouver, Festival del Cinema Ibero-Latino Americano de Trieste, Festival de Películas Nativas ARICA NATIVA, Festival Cinelatino Rencontres de Toulouse, Festival Internacional de Cine de Tequila, entre otros.
Nota final:
Actualmente estamos esperando noticias para poder estrenar el documental a nivel nacional ya que nada nos da más ilusión que poder compartirlo con más gente y que el día de mañana podamos regresar a La Costa a compartirlo con toda la gente que aparece en el documental y la cual -difícilmente- tendrán la oportunidad de acudir a una sala de cine comercial a verlo.
Así que, ya les compartiremos más noticias, más adelante.

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Los Hijos de la costa
de Bruno Bancalari
Documental
95 minutos. México, 2024.
Couleur
Idioma original: español
Reparto : Domingo Ayona, Cuiri García, Internacional Mar Azul El Rey de los 7 Mares, Chogo Prudente Raí Prudente, Pepe Ramos, Alejandra Robles
Guión : Bruno Bancalari, d'après une idée originale d'Ángel Céspedes
Dirección de fotografía : Bruno Bancalari
Edición : Bruno Bancalari
Mezcla de música : Alan Ortiz Grande
Diseño sonoro : Carlos Rotz
Producción : Paola Herrera
Coproducción : Bruno Bancalari, Ángel Céspedes, Alejandro de Icaza, Alan Ortiz Grande, Juan Pablo Lopez Fonseca
Empresa de producción : Una Comunión
Empresas de coproducción : Elefante, B.H.D. Estudios, Terminal, Grande Aguilar Estudio
Ventas internacionales : Soul Pictures