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Cédric Lépine: ¿Cuando hacen esta película piensan que lo hacen para el futuro o más para el presente para entender que pasó?
Tamara Uribe: Pienso que quizás cuando ocurren estos primeros días de protesta el estallido, todos, no solo cineastas, sino que todas las personas ya sabíamos inmediatamente que era algo histórico, inédito, que no era como las protestas en las que nosotros solíamos participar. Era algo diferente y que una tampoco se imaginaba que podía ocurrir. Entonces también hay algo que nosotros salimos a registrar el día siguiente de que comenzaron estas protestas ya estábamos grabando, todavía sin saber que esto iba a ser una película... Entonces no era una decisión era más un impulso inicialmente.
Belén Krake: ¿La idea vino más que nada por “está pasando algo histórico” vamos a registrarlo?
T. U.: Nosotros comenzamos simplemente a registrar y no solos nosotros, muchos colegas salieron a registrar, se crearon colectivos de cine que no existían a propósito de esto. Entonces yo creo que inicialmente si había como una sensación de como colectivo, de documental. Tener como la responsabilidad de hacerse parte registrando y luego ya cuando llevaban unos meses de protesta y se anuncia este proceso de escritura de la nueva constitución. Decidimos que iba a ser una película y de ahí yo creo que aparece otro intención que tiene que ver con hacer una película que no se quede pegada en la contingencia o que no dependa de la contingencia porque estando ahí en medio de la incertidumbre. Era muy difícil adelantarse o pensar que esta película digamos, sirva para el futuro... Porque no, uno no entendía mucho lo que ocurría entonces si hacíamos esto que teníamos, una idea constante...nos recordábamos constantemente que esta película no solo respondía a la contingencia del momentos sino que, teníamos que pensar en nuestro punto de vista lo que nosotros queríamos decir más allá. Por eso siempre tuvimos claro, en la película, por ejemplo, no grabar solo el proceso constituyente dentro del congreso, sino que salir... Poder recorrer, ¿qué estaba pasando en otros territorios? Particularmente tener una mirada sobre el conflicto medioambiental allá, grabamos muchas zonas de sacrificio.
B. K.: Yo personalmente vengo de región en Chile, no soy de la capital, fue algo que aprecié mucho en este documental de que... salieron y se movieron por el territorio. Y no sé, me generó cierto placer porque justamente era una de las demandas dentro de toda la movilización, la protesta, de descentralizar Chile... que lo consiguieron y fue bonito verlo ahí en ese registro.
T. U.: Si, yo creo que eso nos sirvió mucho, también porque cuando termina el primer proceso constituyente con un rechazo era medio lógico o daba la sensación de que ahí terminaba la película pero podríamos haber seguido grabando y de alguna manera creo que a pesar de tener solo un periodo de tiempo... Creo que nos dio la razón en el sentido que la película puede envejecer sin digamos, independiente de que pase independiente.
Luego hubo un segundo proceso, que no lo registramos, entonces, creo que son ambas cosas por un lado, lo histórico que igual es parte. Por otro lado esta intención de hacer esta película que pueda aportar reflexión y que pueda aportar comprensión. Porque en esos momentos y todavía en Chile no tenemos eso, no hay un consenso respecto ¿qué fue lo que paso? ¿Por qué paso? ¿Por qué gano el rechazo? Entonces son preguntas difíciles y creo que requieren tiempo.
C. L.: Para este trabajo, para entender mediante el proceso de escribir, durante la etapa de edición ¿trabajaste con desarrollador? ¿otras personas que no se ven en la película, para entender más? ¿o solamente el material, el colectivo, la gente que encontraste?
T. U.: Si, trabajamos solo con el colectivo. Nosotros en general, como ya llevábamos 10 años trabajando juntos cuando paso esto. Lo bueno era que teníamos como un método de trabajo que ya conocíamos. No sabíamos si era lo mejor porque también, no sé, la misma formalidad de salir con una cámara fija en una protesta era algo bien absurdo, tener que arrancar de la policía con un trípode...
Pero teníamos un método que conocíamos, que nos servía y que tenía mucho que ver con las imágenes entonces en general, cuando tenemos duda nos apoyamos en las imágenes que es donde tenemos la confianza de que algo puede aparecer información ahí, en esas imágenes que no vamos a recibir por otro lado información que se revela, simplemente al estar quieto mucho tiempo. Pero también, si, nosotros nos apoyamos de una gran red de personas con las que hemos trabajado antes, que nos ayudaban con los accesos de los lugares, teníamos contacto con personas que trabajaban dentro de la convención, que eran asesores, con personas del mundo político o del político más del movimiento social.
Grabamos territorialmente con personas que ya conocíamos, que habíamos grabado alguna vez algo, entonces, aprovechábamos esas redes y sobre todo creo que, lo que dices tú, en lo territorial siempre es bueno. Digo en lo territorial siempre es bueno como la vinculación con lo local, porque uno no va a llegar así de la nada.
C. L.: El proyecto de Oasis parece muy relacionado con la película de Patricio Guzmán, La batalla de Chile en un mundo que se puede cambiar, luchar.
B. K.: Y plasmar también este movimiento histórico, este cambio social...
C. L.: ¿Esta referencia del cine es una fuerza para entender, crear esta iniciativa de la película?
T. U.: ¡Si! Algo curioso que nos pasó desde el inicio, desde que comenzamos a grabar es que era inevitable quizás esa comparación con La batalla de Chile. En ese momento, sino que, con la dictadura, como que era primera vez que nos sentíamos en un contexto con ese nivel de intensidad como generación. El contexto de las imágenes era totalmente opuesto, o sea, en ese momento poder tener una cámara para mostrar algo que ocurría y que se estaba negando era algo muy importante y en Chile no había cámaras.
Entonces creo que era muy importante lo que él hacía, que era como ir a dejar este registro como una denuncia y de poder en el fondo mostrar una voz que no tenía otra salida. Y en este caso a nosotros nos pasó que desde los primeros días nos damos cuenta de que estamos todo lo opuesto. ¡Hay demasiadas cámaras! Todos tenemos cámaras, la policía tiene cámaras... y quizás la dificultad no es solo, salir a registrar, sino que cómo registrar, y cómo de alguna manera discriminar entre todas estas imágenes... Porque finalmente hoy es una guerra de la información que es algo que también se desarrolla en la película, de la desinformación.
Entonces, a veces estas imágenes también pueden ser usadas en contra... Y yo creo que eso, de hecho nosotros comenzamos a publicar imágenes, algunas de las que aparecen en la película, por redes sociales al inicio, que a veces las publicábamos y luego las teníamos que bajar porque decíamos claro, a lo mejor esta imagen que antes era importante publicarla, poner los nombres de los autores. Todas estas personas pueden ser identificadas, es peligroso... Venía hace muchos años ocurriendo, que tiene que ver con la multiplicidad de imágenes de medios y plataformas. Nos hizo algo, un desafío diferente y yo creo que en la observación, el cine de observación en este caso es un aliado porque nos permite como en medio de esta cantidad de imágenes, de caos y de movimiento... quedarse quieto, observar y de tratar cierto, como de buscar esa reflexión, esta comprensión.
B. K.: Y en ese sentido una pregunta ya más personal para ustedes porque bueno, como chilenos nos sentimos interpelados por ese movimiento, desde donde estuviéramos, de alguna forma todo el mundo tenía una opinión o una sensación respecto a lo que estaba pasando ¿Cómo lograr esa objetividad en el fondo? De no plasmar tu visión política sino justamente de dejar un registro.
T. U.: Yo creo que nosotros nos buscábamos esa objetividad. Yo pienso que... no sé si es posible realmente esa objetividad, de ninguna manera. Quizás nuestra imagen hay veces que produce esa sensación donde tiene cierta distancia, como de objetiva. De hecho, a veces nos pasa que hemos visto imágenes en medio de las protestas donde aparece gente sacando fotos en la imagen que nosotros grabamos, y la gente comenta “que valiente ese fotógrafo” como si en la cámara nuestra no hubiera alguien, como que no hubiera una persona.
Entonces como que pasa un poco ese efecto que yo creo que lo que nos gusta de eso es precisamente esa no intervención, como que interpela al espectador a sacar sus propias conclusiones, digamos, a poder interpretar. Yo creo que lo que enriquece la película para mi es tener muchas subjetividades, o sea en el fondo, de poder contar con diferentes documentalistas y que ojalá cada uno muestre su mirada en eso. No busque esa objetividad, sino que, busque su mirada pero que es una mirada que, digamos, que ocurre en la realidad y que quizás por eso no se siente como manipulada, no se siente tan dirigida porque no te dice qué pensar, pero si te dice desde donde mirar.
Hay un ejercicio como de punto de vista, ojalá lo más radical posible, dentro de las limitaciones que tenemos y son cosas... ejemplos pequeños, pero como cuando estamos dentro de la convención. En vez de mirar solo al que habla con el micrófono, miramos hacia al lado y enfocamos a las personas que están limpiando. Creo que tiene que ver con esa idea de rebuscar en el buen sentido como de la palabra, para abrirte a otras imágenes que no son imágenes creadas, sino que están ocurriendo y a veces es difícil verlas.
C. L.: Y también trabajar con esta subjetividad y subjetividades al plural, es también encontrar en cada persona el deseo de una utopía.
T. U.: Si, a veces nos reíamos cuando estábamos ya en la mitad del proceso. Porque nosotros llamamos la película Oasis partiendo por esta frase que había dicho el expresidente Pinera sobre... sobre cierto esta “imagen” que nosotros ponemos en cuestión desde Chile... “Chile es un ejemplo en la región, de estabilidad, de crecimiento”... Pero también sentimos que este primer proceso constituyente y el estallido social también fue una especie de oasis. En algún sentido, que también vivimos en una especie de espejismo en el fondo, en una especie de ilusión que al principio nos sorprendía mucho, decíamos ¿cómo puede ser que de repente en un año tengamos una asamblea paritaria?
Con cuota de pueblos originarios, que nunca han tenido representación política, que ahora van a tener la cuota feminista, una mayoría de izquierda, de movimientos progresistas, personas comunes y corrientes, manifestantes en la asamblea constituyente, entonces era como de no creerlo y a veces, yo pienso, como la gente dice ¿cómo no se aprobó esta constitución? Igual hubiese sido tan increíble como que no se aprobara como que se aprobara... Sería rarísimo pasar de una de las Constituciones más neoliberales del mundo a una de las más progresistas del mundo, entonces, también había ahí una cosa como media... ¡de utopía! que se generó y que sí, yo creo que el ejercicio de estar registrando todo el tiempo...
Nos permitía ir enfrentándonos con esa realidad de que quizás no es tan fácil. Yo pienso que el hecho de estar registrando nos hizo, al contrario de sentirnos más en la utopía, nos hizo todo el tiempo darse cuenta de que estaba más difícil de lo que se pensaba; Porque dentro de la convención se pensaba que se iba a aprobar, todo el mundo estaba preocupado de terminar a tiempo, ese era el único problema. Pero claro, afuera tú te empezabas a dar cuenta que el sistema está mucho más enraizado, en la sociedad, en la tierra, en las comunidades animales.
C. L.: Viajando con la película es compartir este deseo, esta utopía y generar quizás en otro país un deseo de conversión también...
B. K.: ¡De cambiar las cosas!
C. L.: También en Francia nuestra Constitución viene de un golpe de Estado. Durante la guerra de Algeria, el general de Gaulle promueve una Constitución con un poder presiencial muy fuerte. Ahorita en Francia sufrimos mucho de esta situación.
B. K.: Porque claro hay ciertos documentos que están ya, obsoletos en torno al tiempo... Y los deseos de sociedad hoy en día, no son los mismos. Que yo creo que es lo que representa el proceso constituyente en Chile, que sí, era utópico, era un gran sueño... pero al mismo tiempo muy bonito, porque justamente nuestras generaciones actuales quieren, tierras respetuosas con el medio ambiente, quieren cuidar los recursos, quieren educación para todos, que la gente pueda pensar por si misma. Ya no estar en un contexto de dictadura, de guerra en el que hay que inflar los recursos porque si no vamos a terminar siendo un país muy pobre... Ahora las necesidades son otras y yo creo que estos movimientos sociales como dice Cédric, también en Francia... de plasmar... de decir como... no! nuestras preocupaciones hoy en día son otras, no es la economía de Francia solamente, hay otras cosas también, no es la economía de Chile solamente, hay otras cosas también...
C. L.: Entonces, el deseo político, ¿se puede transmitir afuera de las fronteras?
T. U.: Sí, de todas maneras y sobre todo retomando lo que hablamos de lo ambicioso del proyecto, yo creo eso, ahí precisamente esta el punto porque... y esto ya lo digo a modo quizás, de mi análisis personal, no lo que está en la película, pero el proyecto inicialmente,el proyecto constitucional nace de la idea de cambiar esta Constitución, digamos, de dictadura, que no era democrática que dejo muchas cosas amarradas que permitían por ejemplo que en Chile no hubiese derecho a la vivienda, que permitían a privatización del agua...
B. K.: Las zonas de sacrificio...
T. U.: ¡Exacto! Entonces son cosas que quizás, haber resuelto solo eso nos habría dejado un poco mejor, pero yo creo que este proyecto no solo quiso hacer esto, sino que también, como dices tú, hacerse cargo de desafíos que está viviendo el mundo entero o las democracias contemporáneas. Son problemas nuevos, o sea, no sé si nuevos pero nuevos como de la forma en los que los estamos viviendo... La crisis climática, el modelo de crecimiento, en un mundo que está en crisis. Entonces, yo pienso que quizás eso, también fue algo muy curioso para el mundo entero porque si se hubiese aprobado digo, sería una Constitución de las más nuevas, completamente, quizás no perfecta, pero si...
B. K.: Pero vanguardia totalmente
T. U.: Con una intención como de vanguardia si, y de hecho me parece curioso que también ese año en Chile, el 2019, hubieron muchos movimientos sociales fuertes en varias partes del mundo. Nosotros fuimos uno más, y hoy en día hay muchos movimientos que también, están hablando sobre Constitución.
Y eso es algo que quizás, claro, era una discusión que uno no se imagina tanto, uno va más por proyectos de ley o pequeñas cosas... Y hay una idea de como de estas cartas fundamentales y una necesidad de actualizarse a los problemas actuales. Entonces, creo que eso resuena mucho con lo que se está viviendo en muchos países, en algunos más que otros, pero que acá en Europa creo que ha resonado bastante también en Francia, en Alemania, que tiene que ver con el conflicto de los medios de comunicación, con un montón de resurgimiento de la ultraderecha, la polarización política y que nos ayuda también a reflexionar sobre las herramientas que tienen las democracias hoy en día para concretar cambios... Y algo parece hay ahí que no se logra, que hay otras fuerzas más fuertes, entonces parece que eso es bueno, no ofrece ninguna solución.
B. K.: ¿Quizás las formas de cambio también están obsoletas? Quizás realizaciones como oasis, los movimientos sociales alrededor del mundo, también nos inviten a reflexionar justamente y a pensar ¿cómo? si esas formas, la huelga, la protesta, funcionaba hace unos siglos atrás ya no funcionan ahora, entonces ¿qué es lo que puede funcionar para generar el verdadero cambio?
T. U.: Bueno en Chile, es curioso, porque yo creo que esta cosa más de deseo de desobediencia civil a gran escala es algo como un poco eh... que nosotros quizás como generación veíamos como algo muy imposible en Chile, porque igual hay una cosa como de la obediencia de...
Creo que también el hecho de que este proceso tan popular igual, tan violento en las calles, se transformara en algo tan democrático, institucionalizado, también habla de eso y hay mucha gente que critica la institucionalización del proceso. Ahí la embarramos, digamos, hasta ahí fue donde nos equivocamos.
B. K.: ¿Quizás eso explica también la poca participación en la aprobación de la nueva Constitución?
T. U.: Claro, o también, no sé, pienso como en el gobierno de Allende, la Unidad Popular en Chile que es como la democracia... Perdón, la revolución a la chilena, en las urnas, entonces como que yo creo que pasa un poco eso, que es como de volver a la un poco a la institucionalidad ¿cierto?
B. K.: ¿Es la historia de Chile?
T. U.: Hay algo de eso... A mí me pasaba estando dentro de la convención constitucional en el punto a la gente de prensa que, incluso para nosotros estando todos los días era muy difícil seguir el proceso porque es complejo, porque tú no escuchas debates tanto, escuchas articulo 1, artículo 2... Entonces hay algo que se vuelve como muy árido y que hace que sea muy difícil para la gente.
Hay un estudio que se hace como a modo de encuestas sociales en Chile, el PNUD que salió hace unos meses y era importante porque era la primera vez luego de este proceso político tan fuerte, de poder tener como información sobre que están pensando las personas y todos los datos que tenían que ver con la confianza de la colectividad, con la posibilidad de hacer cambios, de organizarse de manera colectiva, todo esos datos cayeron a piso, o sea, ya nadie tiene confianza.
Nadie cree que es posible hacer cambios organizándose, y los únicos datos que se mantenían igual de altos que antes, digamos, de este proceso, era el nivel de rabia y de malestar. Yo creo que eso igual es muy interesante porque de alguna manera, nos recuerda que las demandas que están totalmente vigentes y hay que hacerse cargo de alguna manera de ellas. Pero también hay mucha desilusión, mucho desgaste y desencanto respecto como a esta gran energía desplegada con muchos costo, o sea, personas fallecidas, personas que quedaron pal resto de su vida afectadas. Hay un desgaste bastante grande y al menos, desde mi esperanza, yo creo que en Chile hay mucha cultura política de los estudiantes secundarios, y siento que esa fuerza se renueva mucho más rápido que la de uno.
B. K.: La autogestión, la gente que se informa, que se mueve y eso...
T. U.: Si, pero todavía está en ese proceso de regenerarse.
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Oasis
de Tamara Uribe y Felipe Morgado
Documental
80 minutes. Chile, 2024.
Color
Idioma original: español
Guión : Tamara Uribe, Felipe Morgado
Dirección de fotografía : Adolfo Mesías
Edición : Felipe Morgado, Tamara Uribe, Christopher Murray, Andrea Chignoli
Sonido : David Pacheco, Juan Pablo Garretón
Sound design : Roberto Espinoza
Producción : Alba Fabiola Gaviraghi Espinoza, Diego Pino Anguita
Producción executiva : Alba Gaviraghi, Diego Pino Anguita, Antonio Luco
Sociedad de producción : MAFI Collective