Cédric Lépine: Aparte de la realización de este documental, ¿cuáles fueron tus actividades en relación con el sector audiovisual?
Martín Contreras : En 2012 me gradué como editor en la Escuela de Cine y Televisión San Antonio de los Baños, Cuba, completando mis estudios posteriormente con un máster de postproducción en el Instituto del Cine (Madrid). Cotito es mi ópera prima como director, contando con una amplia experiencia previa en cine como editor y postproductor. Entre mis proyectos previos destaca la ficción El Saco, ganadora del segundo premio del FondoCine Panamá en 2014 en la categoría de producción de ficción. La película, ambientada en 1989, retrata la vida de un adolescente, en un barrio popular de la Ciudad de Panamá, los tres días previos a la invasión estadounidense a Panamá. Lastimosamente y por problemas administrativos, ajenos a los ganadores de dicha edición del Fondo, el desembolso de los premios no llegó a realizarse.

En 2013 y con el objetivo de desarrollar mis proyectos en alianza con otros cineastas con similitud de inquietudes narrativas y/o visuales, se funda Cinemamita Producciones. Mi interés principal es el de contar historias de mi país, teniendo como eje creativo la recuperación de la memoria colectiva. Me mantengo activo en el sector audiovisual desde hace más de 15 años destacando la participación en películas como Héroe transparente, Panamá (postproductor); Acapulco Sunset, Panamá / México (editor); Chuchú y el General, Panamá (editor y postproductor); Democráticos Tiranos, España (editor). Compagino la producción audiovisual con la docencia, siendo profesor de la Universidad de Arte Ganexa además de colaborar puntualmente en formaciones con Casa Comal, Mente Pública, Acampadoc, Nido delas Artes, entre otras instituciones.
C. L.: ¿Cómo y en qué contexto se enteró por primera vez de la masacre de Cotito?
M. C. : Hace años, trabajando en la Biblioteca Nacional de Panamá cayó en mis manos un libro titulado "Holocausto en Panamá" de Arístides Hassan (1981). El libro plantea la masacre de una comunidad de judíos en las tierras altas panameñas en 1941 durante la segunda guerra mundial, es un libro complejo que funciona más como novela negra que como ensayo histórico y se presenta como panfleto político. Desde entonces me propuse investigar y con esa investigación realizar un documental que contara con mayor detalle qué ocurrió realmente en esa comunidad de migrantes europeos. Más tarde tuve la oportunidad de leer "Cotito, crónica de un crimen olvidado", del abogado Carlos Cuestas, quien desgrana el tema desde el punto de vista judicial, lo que terminó de despertar mi curiosidad sobre este acontecimiento histórico.
C. L.: En Panamá, ¿qué historia del país está presente en las memorias referentes al siglo XX?
M. C. : Esta historia es desconocida para la mayoría de los panameños ya que en nuestro país existe una tendencia a olvidar rápido los hechos históricos, una cierta amnesia que impide a mi entender, que las cosas cambien realmente. La película está destinada tanto a un público panameño, que descubrirá una parte de la historia de su país, como internacional, que se adentrará en un episodio desconocido de la historia entre Europa y América Latina. Pese a que la investigación oficial terminó abruptamente escasos días después de la masacre, este hecho ha seguido aflorando hasta nuestros días en forma de libros, artículos tanto en Panamá como en Europa y Estados Unidos, de la mano de iniciativas personales, aisladas en el tiempo, pero constantes.
C. L.: ¿Cuáles son los motivos que te llevan a realizar un documental sobre este tema?
M. C. : La película pretende reflejar el hecho histórico, en su complejidad, promoviendo un mensaje pacífico en el cual a través de la memoria histórica presentamos de manera sencilla y respetuosa, tanto con los personajes como a las partes implicadas, los motivos que propiciaron el terrible suceso de aquel 7 de julio. Pensamos que a través del conocimiento de hechos históricos se evita replicar episodios trágicos. Por otro lado, es una manera de honrar a las personas implicadas en este episodio, transmitir su punto de vista alejándonos de la rumorología y sensacionalismo. La narración de esta película se realiza a través de tres personajes principales, queremos hacerlos partícipes, incluyendo en la película sus vivencias con respecto a la masacre.
C. L.: ¿De qué fuentes de información dispone para tratar este tema
M. C. : Cotito es una película coral. Especial interés es contar con el último testigo presencial de los hechos, que perdió a su papá y a su hermano aquel fatídico 7 de julio.
El último sobreviviente de la masacre llamado Albert Schmieder, que nació en Panamá pero sus padres eran alemanes y dueños de la finca donde ocurrió el hecho. Allí murieron su padre y su hermano. Él se salvó por quedar en medio de esos cuerpos.
El libro 'Holocausto en Panamá' de Arístides Ivan Hassan (1981), que plantea la experiencia de una comunidad de judíos huyendo de Hitler en la segunda guerra y por ende vinculando al expresidente de Panamá, Arnulfo Arias, directamente con la orden de masacrar a esos judíos (pero cabe aclarar que eso es falso).

Carlos Cuestas, exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia de Panamá, que escribió el libro 'Cotito, crónica de un crimen olvidado'. Cuestas es el nieto del fiscal que intentó investigar el hecho en 1941, pero fue removido misteriosamente después de dos semanas de estar investigando el caso.
David Fishlow, quien ha dedicado los últimos años de su vida a investigar el crimen de Cotito y traducir al inglés el libro “Cotito, crónica de un crimen olvidado“. A esta edición inglesa se añaden interesantes datos derivados de sus investigaciones.
Estos personajes, más muchos otros secundarios, que aportan tanto documentos como historia oral, son nuestras fuentes de información, y por último pero no menos importante, el único archivo que existe de manera oficial sobre la masacre que se encuentra en los Archivos Federales Suizos.
C. L.: ¿Qué procesos narrativos utilizará entre entrevistas, imágenes de archivo, etc.?
M. C. : La idea es alejarnos del busto parlante superponiendo sobre los testimonios diferentes planos que enriquezcan las capas informativas, es decir, que lo que veamos y lo que escuchemos sea diferente. La fotografía está planteada para que sea mayoritariamente cámara en mano con los personajes, tanto en sus averiguaciones y acciones relacionadas con el caso, como en su cotidianidad. Las locaciones tienen un peso crucial en la historia, la cámara también las retrata y nos “habla” a través de ella. De una forma más sobria, la Ciudad de Panamá, sus bulliciosas y ruidosas calles en las que acompañamos a Carlos, se contraponen con la calma que impera en el resto de locaciones; casa de Albert, casa de David en Volcán y el lugar de la masacre, en el que impera la naturaleza, la exuberancia del verde, de la vegetación, de la lluvia, de la niebla, de lo agreste a la vez que apacible de los bosques tropicales que forman parte de la locación donde todo sucedió.
C. L.: ¿Por qué una coproducción entre Panamá y Guatemala?
M. C. : Nuestra cinematografía, ya sea latinoamericana o mucho más, la centroamericana, es muy difícil de levantar, incluso teniendo un fondo como el de Panamá que es el más alto de la región. En la escuela de cine, en Cuba, conocí a Jacob Jiménez, el fotógrafo de la película, cuyo padre es Elías Jiménez, director y creador del Festival Icaro y Casa Comal Arte y Cultura (Guatemala). Más adelante empecé a dictar clases en Casa Comal y seguimos colaborando con otros proyectos hasta que decidimos presentar Cotito como coproducción entre ambos países. Ese vínculo de años que hemos tenido de amistad, de colegas de trabajo, ha facilitado el proceso para una coproducción exitosa. Esperamos que esta alianza con Guatemala nos ayude a la hora de la distribución.
C. L.: ¿Puedes hablar sobre el equipo de producción? ¿Con quién trabajas?
M. C. : Suelo trabajar con compañeros y compañeras de profesión con los que he ido creando lazos profesionales, personales y artísticos a lo largo de los años. Para mi el trabajo y confianza en el equipo es imprescindible en cada proyecto. Tanto en el desarrollo como en la fase de producción de una película, se viven momentos tensos en los que contar con un equipo cercano e implicado, es especialmente favorable. En un documental, la vida de los personajes va cambiando en el tiempo y esto puede impactar de algún modo en las previsiones de producción. Sin hablar del peso añadido que supone el hacer cine en tiempos de crisis sanitaria, ha sido un gran reto en ese sentido. En Cotito hemos trabajado con equipo mayoritariamente panameño, con presencia de profesionales de Guatemala, a través de las figuras del productor ejecutivo y del director de fotografía. Se trata de una película con talento centroamericano pese a que consideramos que la temática pueda ser universal teniendo previsto llegar a públicos de diferentes latitudes.

C. L.: ¿En qué estado se encuentra el proyecto y cuáles son los próximos pasos?
M. C. : Actualmente nos encontramos en la fase de postproducción con previsión de contar con la película terminada antes de septiembre e iniciar así el circuito por festivales para el posterior estreno en salas de cine. La búsqueda de distribuidores, plataformas y otros canales de exhibición, son para nosotros prioritarios a fin de que la película llegue a diferentes latitudes. Uno de mis maestros en la escuela de cine tenía esta frase: 'las películas no se terminan, se abandonan'. Y esto es tanto desde el punto de vista de investigación como de realización. Uno podría tomarse años para editar una película, mejorándola, pero no es productivo. Después de 11 años de investigación hemos llegado al punto de considerar que tenemos suficiente investigación. Sobre todo, el contar con el personaje principal, que es el último testigo presencial del hecho, ha sido el baremo para establecer es el momento de contar la historia.
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