Pino Cuesta, la trayectoria de un compañero de camino de Cinelatino
José María Cuesta, apodado Pino, compañero desde hace mucho tiempo del festival Cinelatino, se nos fue esta primavera pasada, a consecuencia de una enfermedad que lo venció en dos o tres meses. Sin embargo Pino era tan fundamentalmente resistente que resulta difícil creerlo.
Nacido en 1951, en la Argentina peronista, era muy pequeño en el momento del bombardeo de Buenos Aires por la aviación nacional, el 16 de junio de 1955, golpe malogrado pero seguido por otro logrado en septiembre del mismo año, y que marcó el inicio de una larga retahíla de incalificables bestialidades en contra de la población por parte de las fuerzas armadas nacionales. Fuera de breves periodos democráticos, han gobernado hasta el regreso de Perón[1], el cual fue seguido por la dictadura de la época más oscura del siglo XX. En el transcurso de los años 1960, un poco por todas partes del mundo pero en especial en Latinoamérica, se fueron formando grupos de lucha armada para resistir a la militarización de la vida civil y la profunda injusticia social propia de las sociedades poscoloniales. Pino se comprometió con fuerza con el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) en donde se encontró con Hilda Nava (Lili), su esposa y compañera de lucha, madre de sus tres hij@s. Cayeron presos el mismo día, a 20 de noviembre de 1974, cuando aún estaba al mando Isabel Perón, compartiéndolo con López Rega, fundador de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), escuadrón de la muerte de temible eficiencia. Sin embargo, el haber caído pres@s antes de la dictadura de Videla posiblemente les permitió sobrevivir, al sustraerl@s a las desapariciones forzadas, instituidas cuando ya estaban en la cárcel, aunque en condiciones terribles. Se les podía –los carceleros no tenían remilgos en hacerlo- torturar, hostigar de mil maneras, matar, pero no hacerl@s desaparecer. La solidaridad entre pres@s polític@s fue el apoyo colectivo sin el cual ningun@ hubiera podido aguantar. Las sesiones cotidianas de torturas físicas y morales apuntaban a quebrarl@s. Much@s murieron, otr@s salieron muy disminuid@s, algun@s han logrado resistir, no dejarse hundir. Pino es uno de est@s últim@s.
En la cárcel nació su hijo mayor, Mariano. Ahí vivió durante unos dos años, y cuando salió, con una fragilidad pulmonar, vivió con su abuela materna. Sus padres estaban condenados a perpetuidad, sin prueba alguna de la acusación en su contra. Se casaron en la cárcel, el 23 de junio de 1975, pero tan solo tuvieron el derecho de escribirse después de finalizar la dictadura en 1983, eso es durante los últimos cuatro años de prisión. 13 años, han dejado 13 años de su juventud entre los muros de múltiples cárceles del inmenso territorio argentino. El ejercicio activo y permanente de la solidaridad, la fuerza de sus convicciones, la firmeza en el compromiso, la conciencia de ser parte de un colectivo digno y justo permitieron la sobrevida de aquell@s militantes.
Todos los testimonios de los largos años de prisión concuerdan para definir a Pino como alegre, a menudo chistoso, al punto que Hugo Soriani relata en Las cartas del Capitán, la titulada La libertad[2], que en el momento de la liberación de todos los que no tenían condena perpetua, en Rawson, estaban festejando sin escuchar los apellidos pronunciados:
« En eso estábamos cuando el “Pino” Cuesta, mi compañero de celda, me agarró del brazo, y me bajó de la mesa donde yo bailaba: “Dejá de bailar, boludo, y prepará tus cosas. Te acaban de nombrar, vos también te vas.”
No le quise creer. (…)
Cuando ya estaba convencido de que era otro de los chistes habituales del “Pino”, aunque esa vez un poco más pesado, el guardián dijo: “Soriani, Hugo Ernesto, sí, acá está. Se va. Haga el 'Mono', porque no estoy para perder el tiempo”.
También es lo que dice de él El Teje, Juan Tejerina, otro compañero de militancia y de cárcel:
« Pino era un personaje muy singular porque era un tipo muy querible, y aparte de la relación de compañero, así hubo una relación de amistad con él, porque era un tipo muy jocoso, muy como fue siempre, como ustedes lo conocieron.”
Aquel Pino alegre, el que hacía ricos guacamoles y humus cuando iba a casa de sus amigos, el que dibujaba paisajes fantásticos llenos de cosas coloridas y divertidas para hacer soñar a sus hij@s, el que hacía grandes reuniones en su casa, en Goyrans, mezclando gente de todo pelo con tal de que sean linda gente, al que le gustaba levantar el codo compartiendo con sus amig@s, es la persona cálida que también guardaron en la memoria los que compartieron con él las horas más oscuras.
En 1987, bajo la presión constante de los comités nacionales e internacionales de defensa de l@s pres@s polític@s, por fin quedó en libertad, el mismo día que Lili, como lo recuerda la película de Carmen Guarini y Marcelo Céspedes, A los compañeros las libertad[3]. Empezaron su vida común como pudieron, con un hijo de casi 13 años al que apenas conocían. Lili lo había visto alguna vez que otra, cuando a su madre la dejaron que se lo trajera. Pero Pino, que estaba en diferentes cárceles según las épocas (la mayor parte muy lejos de Santa Fe en donde había caído preso) no lo vio sino dos veces de bebé, mientras aún estaba en Coronda, cerca de Sante Fe, y otra vez más, con 9 años, en Rawson: su suegra había tenido ánimo para ir a presentarle a su hijo, haciendo un viaje de 1.500 kilómetros. En todo caso, muy poquito para entablar una relación entre padres e hijo, y no fue fácil para ninguno de los tres, ni para la abuela, muy apegada a su nieto.
A esto se agregó la terrible discapacidad sufrida por su hija Anita, nacida en Buenos Aires de su vida común tras la liberación: al cabo de 20 días de vida, luego de un contagio, padeció una enfermedad neurológica de secuelas graves. Obviamente, Anita desde entonces condicionó muchas decisiones de ellos. Pero han vuelto a estudiar, trabajar, vivir. Las solidaridades de los tiempos de lucha y prisión continuaron ejerciéndose en libertad: de hecho, han durado toda la vida y aún siguen en pie.
Tras la muerte violenta de Jorge Baños, el abogado que los había ayudado a salir libres en 1989, fue necesario resignarse al exilio. Como ambos trabajaban para Médicos del Mundo en Buenos Aires, también estaban en relación con Danielle Mitterand y su fundación France-Libertés que los ayudó. Al tener ambos la doble nacionalidad italiana y argentina, pudieron salir. En Francia fueron recibidos con una beca de estudios para Pino en la Universidad Toulouse-Le Mirail (hoy día Jean-Jaurès).
En la Universidad, Pino, que había estudiado economía en Argentina, reanudó su carrera dedicándose a la geografía humana. Hizo una investigación sobre el despoblamiento del Alto Aragón, aquel que describe Julio Llamazares en Lluvia amarilla. Pino hizo con ello su tesis y una película para la que trabajó con el departamento audiovisual de la facultad y que aún se puede ver en línea.[4]
Hizo investigación, montó sistemas informáticos de la universidad, escribió libros, enseñó… desarrolló todas esas actividades intelectuales con la buena energía que siempre lo habitaba. El departamento audiovisual de la Universidad Toulouse Jean-Jaurès está produciendo un testimonio filmado de sus años militantes y resistentes.[5]
Después de que Lili y él ganaran el juicio contra el Estado argentino que les había robado sin prueba 13 años de sus vidas, la “compensación” financiera obtenida les permitió construir una casa en Goyrans, en donde entabló sólidas amistades con las que a menudo se volvía a reunir. En aquella casa de la que él mismo había fabricado todos los muebles, y acomodada como para que Anita pudiera circular libremente con sillón de ruedas, fue donde Lili y él recibían a sus amig@s y compañer@s, ex-militantes exiliad@s en diversos países, de paso por Toulouse. El estar en Europa también le dio ocasión de acercarse a sus orígenes italianos y españoles. Con su familia de Palencia y Santander, formó relaciones duraderas.
Tuvieron un hijo en Francia, Tomás, que lo tuvo todo para crecer: salud, padre, madre, hermano, hermana, casa. Mariano quedó interrumpido en sus estudios para cocinero, para los que tenía real talento, por un grave accidente de consecuencias fuertes. En cuanto a Anita, se encargaron de ella sucesivas instituciones pero tuvo que pasar por quirurgías complejas. Cuando Pino y Lili decidieron dejar de vivir juntos, Pino se instaló en Saint Ybars, muy cerca de la institución para adultos discapacitados en donde vive, de ahora en más, Anita, para poder ir a visitarla a menudo y recibirla cada vez que fuera posible. Anita y él tenían una fuerte relación, y ella fue quien estaba a su lado con su madre el último día, perfectamente consciente de lo que estaba pasando.
Cuando sus hij@s empezaron a crecer, Pino integró el equipo de selección de documentales de Cinelatino, Encuentros de Toulouse. Como todo lo que emprendió, no lo hizo a medias. Emmanuel Deniaud lo comenta así: “Él miraba anualmente más de cien películas para participarnos su humilde opinión, casi siempre con una sonrisa amplia, a veces rezongando entre sus bigotes. Se lleva a la tumba sus lapidarias fórmulas que tanto nos hicieron reír y seguirán siendo el secreto mejor guardado del comité de selección de documentales de Cinelatino.”
También se encargó de la información política sobre el continente del conjunto del equipo, como buen conocedor de los tejemanejes de los movimientos políticos de todos los países. Podía por lo tanto comprender mejor que los demás las implicancias políticas de cada película. El conjunto del equipo estaba muy pendiente de sus comentarios sobre esos temas, tanto como sobre todo lo que a cárceles, penales y presos atañía. La cinematografía latinoamericana es muy fecunda, en todos los países, sobre esos temas con los que él se sentía identificado.
Viajó a presentar películas a lugares a veces muy apartados. Así lo manifiesta Sabrina Roche: “Tampoco olvidaré nunca mi primer encuentro con él: fue en Saint-Affrique, y se había dado el madrugón para acudir a presentar una película a mis alumnos del Aveyron, cautivados al oírle contar aquella parte de su vida que tanto lo marcó.”
Hizo también dos hermosas entrevistas: una con Miguel Benasayag, filósofo que también es excompañero de lucha y prisión, y otra con Mariana Arruti, documentalista argentina especializada en las luchas políticas populares, en la librería Terra nova en 2008[6].
La gran preocupación seguía siendo l@s hij@s ahora adult@s. Les dio mucho amor, con Lili. La separación no les impidió seguir conservando aquel lazo de atención conjunta a sus hij@s. Siempre actuaron como verdader@s compañer@s más allá de sus desencuentros. Eran inoperantes en el terreno que les seguía siendo común y que llevó a Lili a organizar un cumpleaños gigante para los 70 años de Pino, en casa de l@s amig@s de Goyrans, con amistades de todas las épocas de su vida. También fue ella una compañera extraordinaria de constancia y voluntad, tanto en el momento de su grave accidente como durante su última enfermedad.
La instalación en Saint Ybars implicó para Pino alejarse mucho de sus amig@s de Goyrans y Toulouse, un aislamiento que a él no le pesaba tanto, pues le agradaba el campo. Pero muy pronto, le tocó una mala fractura en el pie que lo molestó para caminar. Entonces tuvo un accidente de coche muy grave, al regresar de una velada en casa de amig@s. Pasó dos semanas entre vida y muerte, y luego de una larga hospitalización y convalescencia, volvió a casa, siendo Mariano el que aseguraba la comida. Desde entonces, dejó de acudir a las reuniones del comité documental de Cinelatino. Hubo una cuantas en su casa, luego siguió trabajando a distancia. Casi ni se apareció por el festival, porque no podía conducir mucho rato y vivía lejos. Trabajó por el festival hasta 2023, dos meses antes de morir.
Pino tenía muchos proyectos para escribir: quería releer los correos de cárcel para ver si sacaba de ello algo publicable, había constituido un árbol genealógico de la familia Cuesta de Palencia (España) que se remontaba hasta el siglo XVII. Quería escribir la saga de esta familia a la luz de sus investigaciones geográficas, históricas y antropológicas por Aragón. Su curiosidad abarcaba áreas variadas. También mantenía relaciones cercanas con sus excompañer@s de lucha y detención. Participaba en el colectivo formado por expresos de Coronda, penal de Santa Fe, El Periscopio, que editó en 2003 Del otro lado de la mirilla[7], recuerdos de cárcel recién publicados en Suiza bajo el título Ni fous ni morts [8] (Ni locos ni muertos). L@s compañer@s de lucha que viven en Argentina le rindieron homenaje en el Parque de la Memoria en Buenos Aires[9]
Pero siempre es por su alegría de vivir y solidaridad que el militante, el amigo fiel y alegre, el profe, el investigador, el padre de familia, el hombre cálido y a menudo jocoso supo entablar amistades sólidas y abrir vías nuevas para volver a levantarse. Por otra parte, permaneció constante en sus ideas militantes, deseando un mundo mejor, más justo, en donde no haya excluid@s, donde muera la relación colonial, la sumisión, la crueldad… Siempre habló en forma bien clara de su pasado militante y de su prisión, de las torturas, y no dejaba la menor duda: los años de cárcel no contaban en el peso de su vida, fueron consecuencia de sus escogencias y se sentía orgulloso por ello. No quería someterse a la dictadura, y había vivido como insumiso que acepta libremente pagar por ello. Es aquel Pino digno y fuerte, militante y fundamentalmente alegre que se queda en nuestra memoria. Lo que lo llevó a resistir tantos años bajo la tortura y el encierro también fue lo que le permitió amar y ayudar a sus hij@s en la adversidad: ser solidario, no ceder, no tornarse triste, no agachar la cabeza, no renunciar a creer que la vida puede ser hermosa. Gracias Pino, hasta siempre compañero y amigo.
Foto 1: Pino en la cárcel durante los últimos años, entre 1983 y 1987, aquí, de izquierda a derecha: Martín “Gora” Paz, José María “Pino” Cuesta, Hernán Invenizzi y Fernando Gauna. Archivo de la familia Cuesta Nava.
Foto 2: Reencuentro entre Lili y Pino al salir de la cárcel. Foto E. G. Archivo de la familia Cuesta Nava.
Foto 3: Fernando Gauna, Juan Tejerina “El Teje”, Hilda “Lili” Nava de Cuesta y José Mará “Pino” Cuesta contestan una entrevista colectiva de ex-pres@s recién liberad@s. Archivo de la familia Cuesta Nava.
Foto 4: El equipo de selección de documentales en el momento de la entrega de premios en 2013, de izquierda a derrecha Odile Bouchet, José María “Pino” Cuesta, Alessandra Doronzo, Myrima Marcos, Jean-François Mabit, Francisca Lucero, Emmanuel Deniaud. Archivo ARCALT Cinelatino.
Foto 5: Pino en 2021, en la fiesta de sus 70 años, en Goyrans. Archivo de la familia Cuesta Nava.
[1] Juan Domingo Perón: electo presidente en 1946, reelecto en 1951, derrocado en septiembre de 1955, regresa a Argentina en 1972, queda reelecto en 1973 y muere en 1974, dejando la presidencia a su segunda esposa, Isabel Martínez de Perón que será derrocada por la junta militar en 1976.
[2] Las cartas del capitán de Hugo Soriani, editorial Octubre, Buenos Aires 2023 primero han dado lugar a la publicación de fragmentos en el diario Página12
[3] La película es accesible aquí : https://www.youtube.com/watch?v=ry7IPaKFAWA
[4] Se puede ver la película aquí: https://www.canal-u.tv/chaines/universite-toulouse-jean-jaures/pueblos-fantasmas-jose-maria-cuesta La tesis, presentada en 1998, se titula: : Les villages abandonnés du Sobrarbe : la fin d’une société paysanne (Pueblos abandonados del Sobrarbe: el fin de una sociedad campesina), bajo la dirección de Thierry Linck, Universidad Toulouse 2
[5] https://prismes.univ-toulouse.fr/player.php?code=W5nj51Q9&width=100%&height=100%
[6] Las entrevistas son visibles aquí: https://www.canal-u.tv/chaines/universite-toulouse-jean-jaures/espagnol/entretien-avec-miguel-benasayag-rencontres-2008
[7] Del otro lado de la mirilla éditions El Periscopio, Buenos Aires 2003
[8] Ni fous ni morts, Editions de l’Aire, Suisse, 2020
[9] Homenaje que se puede ver aquí : https://youtu.be/fS8GbbpQCMs