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Billet de blog 20 décembre 2013

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Chile / ¿Arrasó Bachelet?

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Por, Horacio R Brum, desde Santiago 

Brecha, Montevideo, 20-12-2013

http://brecha.com.uy/

La candidata socialista obtuvo 63 por ciento de los votos en la segunda vuelta de las elecciones, el domingo pasado, pero para poder hacer algunas de las reformas que anuncia deberá contar con unas mayorías que ni siquiera está claro que existan en su propio campo. La derecha, ampliamente derrotada, conserva de todas maneras un poder que excede su peso electoral.

El capitán Albert von Appen llegó de Alemania a Valparaíso en 1937, con su esposa y dos hijos pequeños, como funcionario de la naviera Hamburg Amerika. Los niños fueron educados en una de las muchas escuelas alemanas admiradas por los nativos chilenos -que no tenían acceso a ellas-, que operaban sin control alguno de las autoridades de Santiago y bajo la influencia directa del régimen nazi.

Mientras los muchachitos se educaban, el papá se hacía tiempo entre sus actividades de la Hamburg Amerika para planificar la voladura del Canal de Panamá, que durante la Segunda Guerra Mundial se convirtió en una vía marítima fundamental para las potencias aliadas contra Hitler.

Cuando las actividades del nazismo en Chile ya no pudieron ser disimuladas, el gobierno tomó medidas que incluyeron la expulsión de sujetos como el capitán Von Appen. No obstante, pocos años después el marino-saboteador regresó para fundar Ultramar, uno de los grupos más importantes de Chile, con operaciones en Argentina, Uruguay y Brasil. Albert von Appen murió en 1971, cuando el país estaba "bajo la amenaza comunista".

Continuando la tradición familiar, sus hijos apoyaron el golpe y la dictadura de Pinochet, y algunas investigaciones judiciales sobre las violaciones a los derechos humanos indican que prestaron naves para la reclusión y tortura de prisioneros. Sven y Wolf von Appen ya han dejado el timón de Ultramar a sus propios hijos, pero continúan siendo referentes importantes de la comunidad empresarial, mayoritariamente alineada con la derecha. El domingo 15, a la salida del local de votación, Sven von Appen, después de criticar sin pelos en la lengua la conducción de la economía del primer gobierno de Michelle Bachelet, declaró a los periodistas que "si se repite el manejo económico de Bachelet, buscamos a otro Pinochet".

Las palabras de Von Appen vinieron a poner en blanco y negro las alusiones golpistas que la derecha más dura, todavía poderosa en Chile y con voz en algunos medios de gran influencia, como el diario El Mercurio, disimuló con la mención del posible riesgo de alteraciones institucionales que podrían provocar los cambios propuestos por Bachelet. Hermógenes Pérez de Arce, un pinochetista irredento que tiene muchos lectores fieles de sus columnas en El Mercurio, afirmó que tocar la Constitución de la dictadura puede provocar una crisis institucional, y que "generalmente estas situaciones se han resuelto en Chile por la vía del golpe de Estado". En cuanto a los especialistas en golpes de Estado, el ex comandante en jefe del Ejército Ricardo Izurieta pronunció un discurso en la Academia de Guerra en el que se quejó soterradamente de que los gobiernos democráticos continúan procesando a los militares violadores de los derechos humanos.
 
Motosierras chilena

El presidente Sebastián Piñera ha tenido varios gestos de cortesía con la mandataria electa, pero también en su sector político abundan las advertencias de no tocar las bases del modelo impuesto por Pinochet y sus cómplices civiles. Ricardo Larraín, presidente de Renovación Nacional, el partido del actual jefe del Ejecutivo, instó a Bachelet a moderar su reformismo: "Dejemos afuera la motosierra, esa con que van a talar el bosque completo y después van a quedar sin sombra alguna; hagamos reformas sensatas".

Larraín no negó legitimidad al triunfo de la ex presidenta, pero le advirtió que "va a tener que neutralizar a algunos sectores extremosos". Su colega de la coalición gobernante, el presidente de la Unión Demócrata Independiente, Jovino Novoa, prefirió aferrarse a una idea que probablemente será el caballito de batalla de la derecha en su oposición al próximo gobierno: "la presidenta electa no tiene la representatividad ni el mandato para tomar posiciones extremas". Novoa puso el dedo en una llaga que podría desarrollar una infección peligrosa para la gestión de Bachelet, porque si se tiene en cuenta que la abstención, que fue superior a la de la primera vuelta, llegó casi al 59 por ciento, no más de la cuarta parte de los ciudadanos votó por ella.

"¡Para qué voy a votar, si mi candidato ya perdió!", dijo a Brecha una joven estudiante universitaria que en la primera vuelta había dado su voto a uno de los candidatos no pertenecientes a la maquinaria política tradicional. Tampoco votó la presidenta de la Federación Nacional de Estudiantes Universitarios, porque "la afp estatal y su lógica de la gratuidad de la educación son dos ejemplos que nos demuestran que la Nueva Mayoría (de Bachelet) sigue pensando en un lenguaje neoliberal".

Esa sensación de la gente de que poco va a cambiar parece estar reforzada no solamente por las múltiples expresiones negativas a las reformas de parte de los sectores que son vistos como los poderes reales del país -la derecha empresarial, los militares, los medios de comunicación, los operadores políticos-, sino también por los datos sobre la extensa trama de relaciones y vinculaciones político-empresariales que debería romper la nueva presidenta para lograr cambios reales. Pocos días antes de las elecciones, la Fundación Sol, que trabaja para mejorar las condiciones laborales, publicó un estudio sobre la integración de los directorios de las administradoras de fondos de pensiones (afp), en vista de que Bachelet se propone atacar los numerosos vicios y defectos del sistema con la creación de una estatal. Esas empresas privadas, a las cuales los trabajadores deben aportar obligatoriamente para poder jubilarse, manejan alrededor de 200.000 millones de dólares de los cotizantes, pero una jubilación promedio no llega a la mitad del último sueldo.

Según la Fundación Sol, en los directorios se mezclan personajes de todos los colores políticos y grupos de interés, cuya influencia puede bloquear cualquier cambio del sistema: hay ex ministros, subsecretarios y otros funcionarios de los gobiernos de la Concertación, hoy remaquillada como Nueva Mayoría; ex integrantes y simpatizantes de la dictadura; miembros de centros de pensamiento y de estudios socio-políticos, tanto de derecha como de izquierda; docentes de las principales universidades, incluida la estatal Universidad de Chile; ex funcionarios públicos de Piñera y ex parlamentarios de la coalición oficialista; representantes de los principales medios de comunicación; antiguos consejeros del Banco Central; familiares de autoridades y dirigentes políticos, ¡y hasta varios hermanos del famoso entrenador de fútbol Manuel Pellegrini, quien incluso realiza publicidad para una afp!


Bendito orden

Las expectativas de un aumento de las libertades públicas, en un país donde las protestas suelen terminar en episodios de represión, también podrían verse defraudadas si la nueva presidenta no toma medidas decisivas para lograr un cambio en los conceptos de autoridad y orden público. Tres días antes de las votaciones, el italiano Alfredo Bonnano, figura emblemática del "anarquismo insurreccional", fue expulsado desde el mismo aeropuerto de Santiago. Bonnano venía a Chile a dar conferencias, como lo había hecho libremente antes en Argentina, Brasil y Uruguay, pero la Policía Internacional consideró que tenía un prontuario peligroso. Por otra parte, una corte de apelaciones resolvió que Catalina Castillo, activista social de un barrio obrero, cometió un delito cuando increpó y escupió al presidente Piñera en un acto público. Anteriormente, un juez había dictaminado que el hecho no era más que una falta, pero el gobierno se hizo parte del caso y ahora Castillo tiene prohibición de acercarse al primer mandatario y debe firmar regularmente el libro de condenados en una comisaría. La expulsión de Bonnano no mereció comentario ni crítica alguna de parte de Bachelet y su sector, mientras que entre los principales grupos políticos, con el apoyo de los editoriales de los diarios mayoritariamente derechistas, hubo consenso en que Catalina Castillo cometió un "atentado a la autoridad".

La futura presidenta ha reiterado en sus discursos que tiene las mayorías parlamentarias y la capacidad de decisión para instrumentar cambios audaces, pero, como dijo a Brecha un veterano periodista y observador político, la pregunta ahora es si tiene una tijera lo suficientemente afilada para cortar la telaraña de intereses, acuerdos y componendas que ha mantenido a Chile atado al sarcófago de Pinochet. 

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