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Billet de blog 20 février 2021

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Morir por Wall Street

La epidemia de COVID-19 ha puesto claramente de manifiesto el proceso de descomposición- progresivamente acelerado desde hace medio siglo, del sistema capitalista en sus aspectos políticos, económicos, sociales y culturales.

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MORIR POR WALL STREET

Coronavirus, clases sociales y cultura dominante

En inglés: https://www.jussemper.org/Resources/Economic%20Data/todieforwallstreet.html

Alejandro Teitelbaum

[Para el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, no hay dilema, hay que salvar la economía y levantar las restricciones impuestas para frenar la epidemia de covid-19. Aseguró estar dispuesto a morir para reactivar la economía]

La epidemia de COVID-19 ha puesto claramente de manifiesto el proceso de descomposición- progresivamente acelerado desde hace medio siglo, del sistema capitalista en sus aspectos políticos, económicos, sociales y

culturales.

  1. I. Las elites políticas dirigentes que se presentaban como – y hace ya bastante tiempo eran hasta cierto punto- mediadores entre el poder económico y la sociedad, han dejado de serlo y, con matices, son ahora simples correas de transmisión del poder real: el gran capital financiero, industrial  y comercial.

Incluso como gestores  del sistema dominante están en franca decadencia: hace  dos o tres decenios  todavía quedaban entre ellos  algunos con cierta capacidad y habilidad para manejar el Estado. Eran capaces de prever, evaluar y decidir. Y solían rodearse de gente competente.

Cuatro  ejemplos de la decadencia de las elites políticas dirigentes  son Bolsonaro,  Macron, Trump y Boris Johnson.

Macron, que fue funcionario en la Banca Rothschild y que nunca había actuado en política, fue propulsado a ésta por Hollande que lo nombró Ministro de Economía. Y ahora es Presidente de Francia, cuando sus verdaderas cualidades  sólo lo habilitan a lo sumo para realizar una actividad en el sector  bancario.

Podría funcionar como contrapeso de esta  degradación  de las elites políticas  la intervención de la ciudadanía a través de la llamada  democracia representativa.

Pero cada vez es más evidente que el mito de la democracia “representativa”

o “democracia delegativa” como la llaman algunos, luego de una larga agonía se encuentra ahora en estado de descomposición avanzada.

Dicha democracia consiste en que periódicamente los ciudadanos son

convocados a elegir entre distintos nombres que figuran en las boletas

electorales y optan por quienes creen –previo lavado de cerebro sufrido

durante la campaña electoral– que serán las personas que representarán

mejor sus intereses y opiniones, delegando en ellos –sin limitación ni control

posterior algunos– el poder de decidir sobre todo lo que puede afectar

de una manera u otra su propia existencia.

Por regla general, los elegidos harán lo contrario de lo que prometieron. Porque –como piensan los políticos profesionales y algunos lo dicen en voz alta– una cosa es hacer campaña electoral y otra muy distinta es gobernar.

Situación que se ha agravado considerablemente con el estado de necesidad creado por la pandemia. Es visible la deriva autoritaria, con diferentes niveles, en todos los Estados afectados por la pandemia: ninguna  participación en las decisiones de los estratos intermedios de la sociedad: sindicatos de los profesionales directamente involucrados   (médicos y enfermeros/as), de  los trabajadores afectados por la paralización de vastos sectores del comercio,  la industria y los servicios, los Poderes Ejecutivos legislando mediante decretos de necesidad y urgencia sobre asuntos que poco o nada tienen que ver  con la pandemia, el recorte,  más allá de lo que exigen las circunstancias, de las  libertades colectivas e individuales y   el incremento  de los casos de represión  violenta por parte de funcionarios miembros de las fuerzas de seguridad.

La  pandemia ha puesto  también crudamente de manifiesto las falencias insuperables del sistema capitalista  en el ámbito de la salud pública, tanto en lo que se refiere a  recursos materiales y humanos, como a las terapéuticas y a las investigaciones  médicas. 

  1. La situación previa a la pandemia.

Con el agotamiento del Estado de bienestar [1] a principios del decenio del 70   el sistema capitalista volvió a mostrar y está mostrando cada vez más claramente su carácter  inhumano y antisocial.  

Así es como los bienes esenciales para la supervivencia (alimentos, servicios de salud, medicamentos, vivienda digna de ese nombre, etc)  quedaron fuera del alcance del  sector más pobre de la población mundial: los tres mil millones de  seres humanos que viven con menos de 2,5 dólares por día.  Y la idea de servicio público (salud, educación, etc, para todos) y de un derecho irrevocable a los bienes esenciales para vivir con un mínimo de dignidad, fue  reemplazada por la afirmación de que todo debe estar sometido a las leyes del mercado.

Dicho de otra manera toda la actividad del Estado está condicionada por el   cálculo costo/beneficio y está orientada a  preservar y acrecentar  las  ganancias del  gran capital   financiero, industrial y comercial.

Este es el dogma que rige al sistema capitalista y a sus vertientes económicas, sociales y culturales y que no acepta refutaciones  ni alternativas.

1 – Penuria   de recursos  materiales y humanos  en el área de la salud pública.

Esta  debe atribuirse, en primer lugar, al enfoque económico costo/beneficio que rige las políticas gubernamentales

Pero ha habido una manifiesta falta de previsión que se debe a diversos factores.

Nadie puede ignorar, menos todavía los especialistas, que las epidemias y las pandemias se repiten periódicamente.  Si los Gobiernos son alertados por sus asesores científicos y aquellos  los ignoran,  es una prueba evidente de que los dirigentes del Estado actúan en materia de salud pública  siguiendo los principios y reglas del sistema vigente  y, en la mayoría de los casos,  con impericia y negligencia.

También suele  suceder que los asesores científicos oficiales forman parte de la burocracia científica que es  funcional a las políticas gubernamentales en materia de salud pública.  Plagadas  de torpezas y contradicciones en tiempos de emergencia sanitaria.

2- Déficits en el ámbito de las ciencias.

El dogmatismo en los métodos científicos está profundamente enraizado en la cultura del sistema capitalista. Comienza en la enseñanza escolar [2] y culmina en la investigación. La cultura dominante ha impuesto  un estudio fragmentado, lineal y estático  de los hechos, tanto sociales como naturales,   que  está incorporado a los procesos cognitivos espontáneos del común de la gente y a la metodología prevaleciente en el ámbito de las ciencias.

Este enfoque responde al sistema imperante y a la pretensión  de sus beneficiarios de que el mismo es   permanente, inalterable  e inmutable. Visión sintetizada por Margaret Thatcher con la frase “There is no alternative” (TINA).

Es la alergia de las clases dominantes  a todo lo que signifique cuestionar el statu quo.

En los medios culturales y  científicos se produce una especie de selección o jerarquización –entre espontánea y promovida– del prestigio o renombre de determinadas personas, quienes  ocupan casi siempre los primeros puestos en las universidades, en  los organismos públicos y privados en el  campo de la investigación, etc –y son beneficiarios de una “discriminación positiva” en materia de mediatización, cargos, subvenciones y premios.

Tienen en común no cuestionar la propiedad privada de los medios de producción y de cambio,  atribuir al mercado capitalista la cualidad de inherente a la sociedad humana, no cuestionar el sistema político-social elitista existente (la llamada “democracia representativa” según la entienden las clases poseedoras) y consideran anacrónico  o políticamente incorrecto toda referencia  a la explotación capitalista.

En sus respectivos dominios formulan teorías y enunciados con pretensión de verdades absolutas, suelen tener  un enfoque unilateral para abordar el objeto de sus investigaciones, ignorando sus múltiples determinaciones y se muestran  incapaces de cuestionar sus propios métodos.

Rechazan la  metodología científica consistente  en cuestionar permanentemente el resultado de las investigaciones y conclusiones lo que permite reelaborar y reorganizar las hipótesis, las teorías e incluso  los métodos  y las herramientas de investigación en la búsqueda de una mayor correspondencia entre la observación y los hechos.

Metodología  ésta que  se basa, entre otras cosas,  en la aplicación de las  reglas de la lógica.

Escribió al respecto  Eli de Gortari,  lógico y filósofo de la ciencia mexicano: “…la lógica, como ya hemos dicho, se ocupa de encontrar en el proceso mismo de la actividad científica, las formas y las funciones con que se procede, para desarrollarlas sistemáticamente y convertirlas así en instrumentos más eficaces para la propia investigación científica”[3]. Dicho de otra manera: hay una interrelación necesaria, permanente y enriquecedora entre el método de investigación y el proceso y el objeto de la investigación.

Marx , en el Epílogo a la segunda edición alemana de El Capital (Londres 1873), escribió:

“La burguesía, en Francia e Inglaterra, había conquistado el poder político. Desde ese momento la lucha de clases, tanto en lo práctico como en lo teórico, revistió formas cada vez más acentuadas y amenazadoras. Las campanas tocaron a muerto por la economía burguesa científica. Ya no se trataba de si este o aquel teorema era verdadero, sino de si al capital le resultaba útil o perjudicial, cómodo o incómodo, de si contravenía o no las ordenanzas policiales. Los espadachines a sueldo sustituyeron a la investigación desinteresada, y la mala conciencia y las ruines intenciones de la apologética ocuparon el sitial de la investigación científica sin prejuicios”.

Y en el mismo Epílogo, defendiendo la dialéctica como teoría general del movimiento y del cambio en la naturaleza y en la sociedad, escribió que “es escándalo y abominación para la burguesía y sus portavoces doctrinarios”.

Dicho de otra manera, el rasgo común de  las élites dominantes en los campos de las ciencias sociales y de las ciencias llamadas “duras” es que son alérgicos a todo lo que signifique cuestionar el statu quo. En su propio ámbito de trabajo y en la sociedad  en general.

Daremos  dos ejemplos, uno  en la economía política y otro  en la biología.

Joseph Stiglitz, muy solicitado en tribunas académicas y políticas y celebrado por los “progresistas” de todo el mundo, recibió en 2001, junto con Akerlof y Spence, el Premio “Nóbel” de Economía (financiado por el Banco de Suecia). 

Una prueba de la ineficacia de las teorías y de los métodos de Stiglitz para analizar la economía real es un informe que elaboró en 2002, encomendado por los grupos financieros Fannie Mae y Freddie Mac, donde afirmó que la actividad de dichos grupos, que garantizaban los préstamos hipotecarios concedidos por los Bancos a clientes poco solventes, no implicaban prácticamente ningún riesgo para el sistema bancario. Según Stiglitz el riesgo era del orden de entre uno sobre medio millón y uno sobre tres millones.[4] Contra las “previsiones” de Stiglitz, basadas exclusivamente en modelos matemáticos, las políticas de Fannie Mae y Freddie Mac contribuyeron en buena medida a desencadenar la crisis financiera que estalló en 2008.

Jacques Monod, premio Nóbel de biología, quien hizo importantes aportes al estudio de la biología molecular, pero que en el curso de sus investigaciones siguiendo a Francis Crick y en su libro El azar y la necesidad (un “best seller”), hizo afirmaciones perentorias y pretendidamente definitivas sobre la interacción entre el ADN y el ARN (la supuesta irreversibilidad de la transmisión de información del ADN al ARN, que Crick llamó en 1958, con toda soberbia “Central dogma of molecular biology”  pero que se demostraron erróneas casi simultáneamente con su formulación por Monod en 1970 [5].

La superación del enfoque dogmático y autosuficiente de Monod y Crick permitió avanzar, entre otras cosas, en el conocimiento de algunas enfermedades y de su eventual tratamiento, como es el caso del SIDA. La detección de la transcriptasa inversa en los cultivos de células infectadas permitió el descubrimiento del virus del sindrome de inmunodeficiencia logrado en 1983 por Luc Montagnier, Françoise Barré-Sinoussi y otros investigadores.

Pero Monod no  era un adepto espontáneo al  dogmatismo científico –como son no pocos investigadores-  sino un  militante consciente del mismo.

En efecto,  en la página 145 de la edición en francés du Seuil de 1970 del libro de Monod figura la frase: “Como se ve, este sistema, por sus propiedades, por su funcionamiento de relojería microscópica que establece, entre ADN y proteína, como también entre organismo y medio, relaciones en sentido único, desafía toda descripción “dialéctica” [6]. El es profundamente cartesiano y no hegeliano: la célula es sin duda una máquina(nuestros los destacados). En el mismo libro (páginas 51 a 59 de la misma edición) Monod se dedica a criticar a Marx, al materialismo dialéctico y particularmente a la Dialéctica de la Naturaleza de Engels.

Este enfoque de las clases dominantes contamina entonces  también  los estudios biológicos  y  las investigaciones  médicas.

III. En este  contexto  apareció el coronavirus a fines de 2019 cuyo foco inicial estuvo en Wuhan, China, que informó a la Organización Mundial de la Salud  el 31 de diciembre de 2019 sobre su existencia y el 12 de enero de 2020 comunicó a la OMS  la secuencia genética del nuevo virus. Se lo llamó COVID 19  y se le asignó el nombre oficial de  SARS CoV-2, quedando claro que se trata de un virus nuevo  que muta continuamente , dentro de la familia  de los virus SARS (o SRAS) –CoV. Síndrome Respiratorio Agudo Severo [7].

Virus de la misma familia –el SRAS-Cov  en 2003 y el MERS-Cov en 2012- provocaron  también epidemias aunque más localizadas  y no planetarias como el  actual COVID 19.

El nuevo virus presenta todavía muchas incógnitas sobre su comportamiento. Podría habérselo enfrentado con mayores conocimientos  si  se hubiera investigado antes más a fondo sobre los virus de la misma familia. Pero en ese terreno también funcionó la lógica capitalista costo-beneficio, que consiste en financiar los estudios de los que se espera obtener un beneficio inmediato o a corto plazo. Así es como se paralizó hace unos años la investigación que estaban haciendo distintos científicos  para obtener una vacuna  contra las otras variantes de coronavirus [8].

En las condiciones actuales de un mundo  totalmente interconectado, en el que enormes cantidades de personas y de objetos se trasladan de  un continente a otro en pocas horas, era elemental prever la dispersión de la epidemia hasta convertirse en pandemia en cuestión de días.

Así ocurrió. Algunos países reaccionaron - más o menos- a tiempo y otros no. Estos últimos por incompetencia o negligencia de sus dirigentes o se abstuvieron para no dañar la economía, obedeciendo sin vacilar a la regla básica del capitalismo: primero las ganancias y  después, si queda margen, la salud y el bienestar de la gente.

No bien la pandemia hizo su aparición en un país,   desbordó inmediatamente los recursos materiales y humanos disponibles para combatirla. Mejor dicho, crecieron  exponencialmente las carencias previas  de dichos recursos,  ya existente en tiempos normales.

Porque distintas  estadísticas   y  los  hechos lo demuestran con claridad que  la tendencia desde hace años es a reducir  ambos recursos tanto en cifras absolutas como  en relación al crecimiento de la población. Por aplicación de los criterios empresarios de rentabilidad, flux tendu, just in time[9],  etc.

Se olvidó hace tiempo que el servicio público de salud no debe someterse a las leyes del mercado y debe prestarse siempre, a todos sin excepción y de manera eficaz.

Así es como desde hace años, salvo raras excepciones, en todos los países se están reduciendo el número de camas en los hospitales públicos [10], de  las  camas dotadas de equipos de terapia intensiva, respiradores, etc. También faltó el material apropiado  para realizar los tests, procedimiento indispensable para contener la pandemia.

Y desde hace años el personal médico y de enfermería, que está permanentemente desbordado,  protesta y reclama contra esa política de desmantelamiento, sin mayores resultados.

Las máscaras o barbijos, destinadas a impedir la contaminación de persona a persona, con las que se deberían haber constituido  importantes stocks de manera preventiva,  escasearon  o directamente faltaron de manera dramática, incluso para las personas más expuestas, como los médicos y enfermeros/as.

La razón de ello es que también en este aspecto  se aplicaron  también criterios empresarios: se deslocalizó su fabricación para reducir los costos y no se repuso localmente el stock [11].

  1. IV. La pandemia de coronavirus generó naturalmente la movilización para encontrar  medicamentos  o vacunas curativas   para combatirla y vacunas preventivas para evitar su repetición. Felizmente hay muchos investigadores y profesionales  que no se someten a  los  dogmas  y códigos imperantes  y trabajan en su dominio con rigor metodológico, espíritu de iniciativa,  imaginación creadora y  sentido autocrítico y están empeñados a fondo motivados  al mismo tiempo por su vocación científica,   por el juramento hipocrático y por el deseo de contribuir a  terminar con esta pesadilla humanitaria.

Pero en la trastienda  de esta búsqueda hay  una feroz batalla entre los grandes laboratorios. El primero que anuncie que elaboró el medicamento o la vacuna para combatir el coronavirus y logre la autorización para ponerlo  en el mercado obtendrá ganancias astronómicas. 

El camino para llegar al mercado con un medicamento o una vacuna pasa por los ensayos clínicos que, dados los intereses en juego, están sembrados de toda clase de trampas y manipulaciones. Entre otras cosas, para evitar y/o demorar la aprobación del uso de medicamentos  ya existentes  y a precios sumamente accesibles,  que    pertenecen  al dominio público dado que  la patente que atribuía derechos exclusivos a un laboratorio caducó por el transcurso del tiempo.

Esta búsqueda pone  de relieve también el enfrentamiento entre dos concepciones  de las investigaciones médicas : la  que llamaremos oficial,  dogmática,  ortodoxa  y poco atenta a lo que debe ser su objeto central: los seres  humanos  que “nacen libres e iguales en dignidad y derechos y están  dotados de razón y conciencia”, y  otra  que, inspirada en el juramento hipocrático,  privilegia la búsqueda de soluciones terapéuticas accesibles  rápidamente, basadas  en estudios ya realizados y en la experiencia acumulada en la práctica médica. Esta última  concepción cuestiona, con razón,  la larga, laboriosa, costosa y frecuentemente atravesada por poderosos intereses económicos, de la “hoja de ruta” preconizada por la ciencia oficial: los ensayos clínicos tal como generalmente se practican.

Una primera tentativa de encuadrar con reglas  los ensayos clínicos  tuvo lugar  en 1947 como reacción a las atrocidades  cometidas por médicos alemanes en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial que utilizaban a los prisioneros para sus experimentos  sin consideración alguna por sus sufrimientos, las consecuencias irreversibles sobre su salud  e integridad física y mental o su sobrevida.

Los médicos alemanes fueron procesados en Nuremberg  y sus defensores argumentaron que no les concernía el juramento hipocrático,  inaplicable a la medicina experimental y que la ética del médico terapeuta no es aplicable al médico investigador.

Poco después de los procesos, en agosto de 1947,  fue publicado  el  Código de Etica Médica de Nuremberg

Queremos destacar su artículo 4, donde se lee: El experimento debe ser realizado de tal forma que se evite todo sufrimiento físico y mental innecesario y todo daño.

Subrayamos innecesario, porque “a contrario sensu”  significa que si el sufrimiento o daño del sujeto es necesario a los fines de la investigación, estos son admisibles.

El Código de Nuremberg fue ampliamente modificado por la  Declaration de Helsinki de 1964, aprobada por la asamblea de la Asociación Médica Mundial  y que luego fue revisada en varias oportunidades: en 1975, 1983, 1989, 1996, 2000, 2002, 2004 y  2008.

Fueron intentos de superar la tensión entre dos concepciones de los ensayos clínicos: 1) una que los considera una actividad puramente cognoscitiva ajena a la terapéutica, a lo sumo matizada en algunos casos (extrema gravedad del paciente participante) por un tratamiento “beneficiente” o “compasional” y  2) otra que considera inescindibles la investigación y  la terapéutica, por razones científicas (interacción y realimentación recíproca  de la investigación y de la  práctica médica)   y humanitarias.

Lo cierto es que en los hechos prevalece  la primera concepción  por varias razones.

Una de ellas es la utilización  en los ensayos de una metodología  científica dogmática y unilateral impuesta por la cultura científica dominante.

La otra es la contaminación de los ensayos por los poderosos intereses económicos de los grandes  laboratorios transnacionales.  Con bastante frecuencia  los ensayos clínicos están dirigidos por investigadores económicamente comprometidos con los grandes laboratorios. El llamado  “conflicto de intereses”.

Tampoco faltan los ensayos clínicos manipulados o simplemente ocultados cuando pueden constituir un obstáculo para  los beneficios esperados por los grandes laboratorios.

Son varios los casos de medicamentos fabricados por laboratorios muy reputados, aprobados para su  venta y uso  por los organismos oficiales  después de ensayos clínicos  supuestamente “concluyentes”  que han provocado graves  daños o la muerte de sus usuarios.

Como Vioxx  de Merck, finalmente retirado de la venta en 2004.

En los hechos, en los ensayos clínicos prevalece la argumentación de la defensa de los médicos alemanes condenados  en los juicios de Nuremberg: la ética del médico terapeuta no es aplicable al médico investigador.

El empleo del placebo en los ensayos clínicos, merece un párrafo aparte, porque además de  violar los derechos humanos del paciente  es científicamente muy cuestionable por su enfoque unilateral,  pues  casi siempre ignora el componente  psíquico, neurobiológico, del  “efecto placebo”.

En un estudio [12] se puede leer:

Hay algunas controversias con los placebos que es interesante mencionar, a) Si el médico le dice a un paciente que lo que le prescribe es una pastilla de talco, la respuesta placebo que depende en gran medida de las expectativas del paciente, se perderá; b) Si el médico le dice al paciente que el placebo que le prescribe es una droga activa, la situación no es ética por falsedad de la información y a la larga será poco eficaz; y c) Si la enfermedad mejora con placebo significa que parte de la enfermedad está en la "mente" del paciente.

Y en otro estudio [13]  se señala que el efecto placebo puede hacer que el cerebro del que lo recibe provoque la producción endógena de moléculas con efectos terapéuticos, por ejemplo las endorfinas, aliviando el dolor.  Además, se lee  en el mismo estudio:
Los investigadores han demostrado que el efecto placebo no se limita al dolor. Depresión, estrés postraumático, TDAH, asma, trastornos cardiovasculares, enfermedad de Parkinson ... Sus campos de aplicación se expanden constantemente.

De modo que el  uso del placebo en los ensayos clínicos suscita dos objeciones fundamentales:

1) se basa en que no se le informa al paciente  que se le administra un placebo, lo que implica un trato inhumano (no se le suministra el  medicamento que puede necesitar) y degradante (se le oculta al paciente esa circunstancia, que recibe así el trato de un cobayo de laboratorio).

2) Se considera erróneamente  al placebo como una sustancia inerte, cuando si se tiene en cuenta su efecto  psíquico y  neurobiológico, en realidad no lo es. 

V. Cómo afecta la pandemia a las diferentes clases sociales. 1. El confinamiento  lo viven muy distinto las personas que  disponen  de una vivienda  pequeña  donde  a veces cohabitan familias numerosas y los que tienen  viviendas permanentes amplias y confortables y  y/o residencias de fin de semana. En los extremos están por un lado los que no respetan la consigna de  quedarse en su casa por la sencilla razón de que carecen de ella y viven en la calle  y por el otro  los que  pueden respetarla porque están “confinados”   paseándose  libremente en  sus enormes residencias rodeadas de  grandes parques con piscinas y áreas de juegos,  en sus islas privadas o a bordo de sus yates. Aunque no se publican estadísticas generales, hay  datos que indican que la tasa de mortalidad es mayor en los barrios y zonas pobres con infraestructuras precarias. Y quienes deben viajar en los transportes públicos, por razones de trabajo u otras,  sufren más riesgos de contaminación. 2. Entre quienes viven de un salario hay varios tipos de situaciones según la naturaleza de  su trabajo. Los que trabajan en servicios esenciales, muchas  veces lo hacen  sin la protección adecuada. Otros pueden continuar su labor  en su domicilio vía teletrabajo, si su tipo de ocupación lo permite.  Los artesanos independientes que  realizan  trabajos a domicilio (electricistas, plomeros, etc.) así   como lo/as ayudantes a domicilio que realizan tareas domésticas tienen que optar entre violar el confinamiento o  dejar de percibir ingresos. Lo mismo ocurre con los pequeños empresarios y comerciantes que deben permanecer inactivos por orden gubernamental. Mientras esperan las vagas promesas gubernamentales de ayuda económica.Hay pues, ahora mucha gente que carece de ingresos y se le plantea agudamente el problema  de cómo continuar alimentándose. Y si se enferma y no tiene cobertura social,  no puede afrontar los costos de los servicios de salud.

Según la OIT (https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_740997/lang--fr/index.htm) el 80%  de la población activa del mundo (3300 millones de personas) están afectadas por le cierre parcial o total  de los lugares de trabajo.

El estudio informa que  1250 millones de trabajadores están empleados  en sectores  que corren un riesgo elevado de un aumento “drástico y devastador” de despidos, de reducción de salarios  y de horas trabajadas. Y 2000 millones  que trabajan en la economía informal están particularmente amenazados.

Como se puede apreciar,  la gran mayoría de los trabajadores del mundo están profundamente  afectados  por la situación creada por la pandemia y lo serán aun  más cuando ésta ceda. Porque el sistema social  imperante está basado en la explotación de los trabajadores  que se visualiza  en que  la gran mayoría de ellos tienen   bajos salarios,   jornadas laborales extenuantes,  baja calificación e   inestabilidad/precariedad laboral. Lo que los hace extremadamente vulnerables en la situación actual.

Mientras tanto, otros- en particular en el sector del capital financiero-ganan millones  aprovechando  la coyuntura, especulando en la Bolsa, comprando  acciones de empresas en dificultad  o de laboratorios que se prevé que se beneficiarán con la pandemia.

 (https://www.huffingtonpost.fr/entry/grace-au-coronavirus-ces-entreprises-cartonnent-en-bourse_fr_5e5682fec5b62e9dc7db294a).

El capital financiero  pone en circulación miles de billones para ayudar a las empresas y a  los Estados a afrontar la coyuntura. Eso significa un aumento exponencial de la deuda que, como siempre, pagarán los pueblos  soportando  nuevas políticas de  de austeridad. Es decir un incremento de la explotación capitalista.

Esta crisis sanitaria y económica  muestra muy claramente que cuando quienes realmente crean las riquezas (en la industria, el comercio y los servicios)  dejan de trabajar y la población en general consume menos,  la economía se paraliza y los grandes capitalistas también pierden parte de las ganancias que obtienen explotando a los trabajadores en la producción y saqueando al pueblo en general en el consumo.

Pero no se puede comparar la situación de los trabajadores que pierden  una parte o la totalidad  de sus ingresos cotidianos, en la mayoría  de los casos en el límite de la pobreza o de la extrema pobreza, con la de los grandes  capitalistas que pueden perder miles de  millones sin que eso afecte para nada su obsceno tren de vida.

Cuando se termine esta  crisis sanitaria y económica, mejor dicho cuando haya una pausa hasta la próxima crisis, quedarán  a la vista, como después de un  tsunami, los estragos sanitarios, económicos y sociales provocados por ésta.  Que pagarán las clases populares con desocupación, caída del salario real, aumento de la jornada  de trabajo  y regresión de la legislación laboral.  Así  “pondrán  el hombro”  para  reconstruir e incrementar la “riqueza colectiva”, como ya  postulan algunos gobiernos y  organizaciones patronales[14].

  1. VI. Esta brutal manifestación de los estragos que causa el capitalismo [15] ¿servirá  para un proceso masivo de toma de conciencia y provocará un  cambio profundo en el sistema, como piensan algunos?

No lo sabemos. En todo caso no ocurrirá  si la hegemonía ideológico cultural no cambia de campo y de ese modo las grandes mayorías  comienzan   a comprender que sí  hay alternativas al capitalismo   y se propongan  participar  activamente en la construcción y la puesta en práctica   de un proyecto -totalmente inédito e innovador- verdaderamente socialista y auténticamente  democrático.-----------------

[1] El Estado de bienestar  se generalizó en los países más industrializados sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial y de manera muy circunscripta y temporaria en algunos países periféricos. El Estado de bienestar no fue, como se oye decir con frecuencia, un Estado que llenó las brechas del sistema capitalista o que cicatrizó a fuerza de prestaciones sociales las heridas que inflinge el sistema. El Estado de bienestar se fijó como imperativo mantener una tasa de crecimiento, cualquiera fuese, siempre que fuera  positiva y de distribuir compensaciones de manera de asegurar siempre un contrapeso a la relación salarial. (Dominique Meda).

[2] “Los alumnos  tienden a recurrir a un esquema causal muy simple para explicar los acontecimientos según el cual la relación entre la causa y el efecto es lineal y en un solo sentido, derivado del uso de esas reglas simplificadoras para el aprendizaje implícito cotidiano…Sin embargo, la mayor parte de las teorías científicas requieren entender las situaciones  como una interacción de sistemas, en las que…  la relación causa/efecto no es en un solo sentido, sino que implica una relación recíproca:No es que un agente actúe sobre un objeto modificándolo, sino que dos sistemas interactúan modificándose mutuamente”.    Juan Ignacio Pozo Municio y Miguel Ángel Gómez Crespo: Aprender y enseñar ciencia. Del conocimiento cotidiano al conocimiento científico – Causalidad lineal frente a interacción de sistemas; . Editorial Morata, Madrid, 2006. Pág. 116. 

[3] Eli de Gortari, Lógica general, Edit. Grijalbo, México, 1965, pág. 15.

[4] Como las cifras de nivel de riesgo que proporciona Stiglitz son dignas de un autor de ciencia ficción, para despejar dudas citamos el texto original de Stiglitz en la Conclusión de su Informe: This analysis shows that, based on historical data, the probability of a shock as severe as embodied in the riskbased capital standard is substantially less than one in 500,000 –and may be smaller than one in three millions. Given the low probability of the stress test shock occurring, and assuming that Fannie Mae and Freddie Mac hold sufficient capital to withstand that shock, the exposure of the government to the risk that the GSEs will become insolvent appears quite low”. (Implications of the New Fannie Mae and Freddie Mac Risk-based Capital Standard. Joseph E. Stiglitz, Jonathan M. Orszag and Peter R. Orszag).

[5] En el mismo año de la publicación del libro de Monod, varios investigadores descubrieron la existencia de una enzima, la transcriptasa inversa. Los estadounidenses Harold Temin y David Baltimore, en los retrovirus y  el francés Mirko Beljanski,  en las  bacterias. Los investigadores anunciaron la existencia de esta enzima en el VI Simposio sobre Biología Molecular celebrado en Baltimore (Estados Unidos) en junio de 1972.

[6] Monod  veía  la relación de causalidad  como una relación en sentido único, ignorando así  la interacción entre  causa y  efecto.

[7] Un estudio del nuevo virus realizado por especialistas puede verse en  The proximal origin of SARS-CoV-2, Kristian G. AndersenAndrew RambautW. Ian LipkinEdward C. Holmes & Robert F. Garry . Nature Medicine (2020) https://www.nature.com/articles/s41591-020-0820-9.

[8] Coronavirus: cómo el mundo desaprovechó la oportunidad de tener una vacuna lista para hacer frente a la pandemia

https://www.bbc.com/mundo/noticias-52216766

[9] Métodos de organizar  la producción industrial que consiste, para reducir los costos,  en tratar de  reducir a cero los stocks de materia prima y de los productos terminados.

[10]  Por ejemplo en los hospitales de  Francia hay 69000 camas menos que hace 15 años.  . https://www.lequotidiendumedecin.fr/actus-medicales/sante-publique/hospitalisation-complete-69-000-lits-en-moins-en-15-ans. En los últimos decenios, el número de camas en el sistema hospitalario francés ha experimentado una disminución continua, ya que entre 1982 y 2013 pasó de 612.898 a 428.987, una disminución del 30%. Durante el mismo período, la población francesa creció de 55,7 millones de habitantes a 66 millones de habitantes, un aumento del 18,5%; por lo tanto, el número de camas de hospital por habitante disminuyó en poco más del 40%, pasando de 11 camas por cada 1,000 habitantes a 6.5  (Datos del Banco Mundial, compilados por la Universidad de Sherbrooke).

En Italia la situación es similar a la de Francia:  privatización de los servicios de salud, un recorte de 25.000 millones de euros en el presupuesto de salud pública entre 2010 y 2015, 70.000 camas menos en los hospitales en los últimos diez años y actualmente  5000 camas destinadas  a terapias intensivas , 30% menos que en 2001. https://www.laizquierdadiario.com/El-sistema-sanitario-italiano-se-derrumba-bajo-el-peso-de-los-recortes-y-la-crisis-del-coronavirus.

Según las fuentes, las cifras difieren pero en todas  se muestra la tendencia  persistente desde hace años al desmantelamiento de los servicios públicos de salud.

Una tendencia diferente se observa en  algunos países, por ejemplo en  Alemania Corea del Sud  y Japón.   

Un caso en cierta medida  particular son los Estados Unidos donde un sistema privatizado y socialmente desigual es el principal factor de riesgo..   (https://www.eldiario.es/theguardian/EEUU_0_1001950801.html). En USA La falta de cobertura sanitaria es un problema persistente y en este momento se vuelve más crucial: en 2018, 27,5 millones de personas no tenían seguro en ningún momento del año, según datos de la Oficina del Censo, que reflejaron un aumento sobre el año anterior.

Ello provoca que algunas de estas personas eviten acudir a un médico en caso de contagio: una consulta para alguien que no tiene seguro puede llegar a costar cientos de dólares. La falta de cobertura sanitaria es un problema persistente y en este momento se vuelve más crucial: en 2018, 27,5 millones de personas no tenían seguro en ningún momento del año, según datos de la Oficina del Censo, que reflejaron un aumento sobre el año anterior.

Ello provoca que algunas de estas personas eviten acudir a un médico en caso de contagio: una consulta para alguien que no tiene seguro puede llegar a costar cientos de dólares.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52273159

Distintas políticas sanitarias  que se  reflejan en la tasa de mortalidad  por personas contaminadas.

[11] La misma política de deslocalización de la fabricación de   barbijos  se practica desde hace   decenios con los medicamentos y con sus principios activos: en los últimos treinta años  China ha pasado a producir el 80% de los principios activos de los medicamentos  y una parte sustancial de los medicamentos terminados que se consumen en el mundo. En los años 80  los porcentajes eran exactamente inversos: Europa producía el 80%  y sólo el 20%  era de procedencia extranjera (https://www.lefigaro.fr/international/quand-l-occident-renoncait-a-produire-ses-propres-medicaments-20200413).

Dada la crisis actual (paralización temporaria de la industria china y aumento exponencial del consumo interno en el país asiático), se puede prever –y ya se está produciendo- una penuria generalizada mundial en el suministro de medicamentos  para todo tipo de enfermedades.

[12] El placebo en la práctica y en la investigación clínica. S. G. Tempone Pérez.  http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-71992007000500010

[13]   Effet placebo, Marie-Catherine Mérat

https://www.science-et-vie.com/corps-et-sante/les-vrais-secrets-de-l-effet-placebo-51442

[14] El Presidente de la organización patronal francesa MEDEF  dijo en una entrevista concedida en abril  que  hay que plantearse  la cuestión del tiempo de trabajo, de los días feriados y de las vacaciones pagas para facilitar la  recuperación económica  y crear riqueza suplementaria.

La secretaria de Estado de Economía Agnès Pannier-Runacher en la misma línea de pensamiento, declaró que habrá  que trabajar  más que antes  para crear la riqueza colectiva. No fue desautorizada por el Presidente Macron ni por el Primer ministro.

Estas declaraciones parecen inspiradas en el Reglamento de trabajo de los campo de concentración nazis   de 1942 donde se establecía que los detenidos tenían que  trabajar hasta el agotamiento a fin de alcanzar el máximo rendimiento, que la jornada de trabajo  era ilimitada y que sólo dependía de la estructura y de la naturaleza del trabajo.

[15] Cuando se haga el balance de este periodo quizás se podrá saber quien tuvo menos fallas  en materia de previsión, reactividad  y  medidas adoptadas frente a la pandemia: si el capitalismo de Estado autoritario chino o el  Estado de democracia putrefacta  autoritaria   occidental,    fiel ejecutora  de los designios del gran capital  privado.  Aunque en los Estados capitalistas también habrá que hacer la diferencia entre los distintos  Gobiernos  en materia  de previsión, reactividad  y medidas adoptadas  y el por qué de tales diferencias.

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