
El lector que inicia la lectura de este libro identifica rápidamente el tono autobiográfico : el texto parece el diario íntimo donde Bellatin habla de su vida cotidiana. Sin embargo, algunos detalles irrumpen que destabilizan esta perspectiva e impiden el relato de caer en la trampa de la escritura introspectiva. Como en un relato epistolar, el narrador, se dirige a un locutor cuya identidad es múltiple e indefinida : así aparece, primero, la figura de una escritora cubana, luego la de una ex-bailarina de una compañía de danza contemporánea famosa, personaje que realiza un viaje a Montauk, Estados Unidos, y se dedica a investigaciones sobre la resurrección de la carne. El lector puede preguntarse si se trata de un ser viviente dado que el narrador hace del diálogo con los muertos una de sus principales obsesiones, que sea con el perro que ladra desde el inframundo de la Antigua Escuela de Música, o con el cadáver que yace bajo el suelo de su casa.
Mexicano de origen italiano y peruano, Mario Bellatin se adapta a la tradición azteca de convivír con los muertos y fusiona esta costumbre con los ritos andinos de aldeanos que destierran a los cadáveres de los familiares un año después del entierro para llevarlos a casa.
« No he visto en ningún lugar del mundo que se cumpla como en Mexico la suerte de maldición : vivirás para siempre, cueste lo que cueste. En mi casa , por ejemplo, ya se escucha nuevamente la presencia de Don Agapito, que es la forma como hemos bautizado a un esqueleto que los obreros encontraron debajo del piso de la cocina cuando realizaban algunas reparaciones. »
A pesar del eje epistolar que sostiene el relato, El Libro uruguayo de los muertos no sólo se puede definir como una larga carta a una muerta. Estilísticamente, el procedimiento más relevante es la repetición. En varios momentos, fragmentos enteros ya leídos vuelven a aparecer y, de cierto modo, « resucitan ». Así, el escritor regresa a su punto de partida y gira sobre sí mismo, bailando en círculo a la manera de un derviche. Este tiempo circular desestabiliza al lector quien entiende que la realidad del relato autobiográfico está perturbada, y se da cuenta de que el texto no se reproduce al idéntico sino que más bien es una variación que contradice o matiza el texto inicial.
Así, por ejemplo, en la pagina 132, el autor escribe: « Yo llegué a ser escritor porque provengo de una familia malvada, funesta, miserable, suelo afirmar en publico. Mi padre solía dejarnos encerrados en el sótano durante días enteros y mi madre nos cocinaba cualquier alimaña que encontrara por allí. » Y cinco páginas después, agrega : « En verdad, y ahora si lo digo en serio, yo escribí el Libro sobre perros porque provengo de una familia malvada, funesta , miserable. Mi padre solía dejarnos encerrados en el sótano durante días enteros y mi madre nos cocinaba cualquier alimaña que encontrara por allí. »
El hecho de que todo se repita en forma de espiral provoca una sensación ambigua de duda sobre lo que se lee. La confesión, a la vez sincera y falsa, está invadida por el sueño y la literatura. El propio autor se vuelve un personaje que se desdobla y los temas del libro van girando hasta aturdir al lector: Mario Bellatin trata de escribir la biografía de Frida Kalho y sale a buscar su fantasma qui vive en un pueblo lejano, busca con Sergio Pitol los muñecos del Malecón de la Habana donde trata de vender toallas en el mercado negro, recuerda una infancia miserable y grotesca en una familia fascista, adopta un nuevo perro, intenta probar zapatillas de ballet en Buenos Aires, considera los efectos secundarios de los medicamentos que toma, cuenta el sueño del niño, invoca a su hijo Tadeo que vive en Francia,a su doble Ivan Thays, evoca el sufismo, la mezquita, su perro Perezvón,la Escuela Dinámica de Escritores, la cámara Diana, la fotografía y el baile…
Así, girando sobre sí mismo, Bellatin improvisa un poema extático, lleno de humor que escapa totálmente a un género literario preciso.
« Por qué los bailarines saben cosas que los poetas desconocen ? no dejo de preguntarme »
Esta escritura circular es prolongada por una puesta en abismo. Mientras escribe este libro, habla de la biografía que está escribiendo, Tratado sobre Frida Kalho y otros que va a escribir o que ya ha escrito y que son traducidos en varios idiomas, La biografía ilustrada de Mishima, Flores, El libro de perros, Mi piel luminosa, Mutaciones, Todos saben que el arroz que cocinamos está muerto, Salón de Belleza y Los cien mil libros de Bellatin… Pasado, presente, futuro, realidad cotidiana, literatura, sueño y viaje se mezclan en un maelstrom fantástico. Después de conocer « la existencia actual de Frida Kalho atendiendo un puesto de comida », el autor consta que « me atrajo la idea de que alguien pudiera seguir vivo a pesar de su muerte. De cierta manera, une posibilidad semejante tiene que ver con determinado pensamiento místico, el cual afirma que la realidad es inmanente y se viven en simultáneo todos los tiempos y todos los espacios ».
Quizás sea por eso que no hay nada morboso en El libro uruguayo de los muertos. Al contrario, el texto atravesado por la nada, está lleno de un humor que, en vez de negro, se podría calificar de luminoso, a la manera de la fotografía de la portada, realizada por el autor, que proyecta lo que podrían ser los famosos muñecos que aparecen en el Malecón de la Habana.
"El libro uruguayo de los muertos" de Mario Bellatin, Sexto Piso Editorial, 2012
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