Para los hombres del paleolítico, la cueva fue un refugio que permitió escapar de la intemperie y de los peligros del mundo. En los relatos mitológicos y filosóficos, la cueva se convierte en un lugar lleno de ambivalencia pues aparece como refugio, prisión, lugar misterioso y antro de iniciación. La cueva es un lugar clave de la cosmogonía de muchas culturas. Hoy, cual cavernícolas, debemos someternos a un confinamiento en nuestra casa, la cual podríamos asociar a una cueva.
Poco tiempo antes de que la crisis sanitaria del Covid-19 se conviertiera en la noticia más seguida y discutida, hervían las calles de las ciudades y la rabia e indignación contra los gobiernos animaban los gritos de los ciudadanos de Hong Kong, de Chile, del Líbano, de Colombia, de Francia entre otros. Luego llegó marzo 2020. Las cifras de personas contagiadas por COVID-19 subían descontroladas. El miedo se apoderó de nuestras mentes y el mundo se tuvo que confinar. Circulaban entonces por internet fotos de ciudades vacías que recordaban aquella imagen que nos dejó Thomas Hobbes del Léviatán (1651), una ciudad desierta vigilada por soldados con la ayuda de los médicos de la peste. Para muchos, la crisis sanitaria fue una ocasión inesperada para los gobiernos del mundo, pues representaba la justificación perfecta para acallar las voces de los ciudadanos que resonaban cuatro meses antes por el mundo entero. Y es verdad que el confinamiento, la vigilancia y las máscaras a las que nos han sometido nuestros gobiernos desde entonces puede ser tomada como la expresión de un poder cada vez más autoritario. Nuestro hogar, refugio impuesto durante la pandemia, es asociado por muchos a una cárcel. Esta visión del confinamiento recuerda episodios mitológicos en los cuales la cueva representa un lugar que permite encerrar aquella fuerza insumisa que podríamos, nosotros ciudadanos, representar hoy.
Y sí, la cueva aparece en algunos relatos mitológicos de Grecia como un lugar perfecto para encerrar y capturar aquellos que representan una amenaza. Por ejemplo, Urano decide encerrar en el Tártaro, un lugar oscuro y tenebroso del mundo subterráneo, a sus hijos. Igualmente, Cronos, quien teme perder el poder, recluye a los cíplodes en el Tártaro. En el mito de la fundación de Cuzco, los hermanos y hermanas de Ayar Cachi, quien no sabe medir la fuerza de su honda y destruye las montañas, lo encierran en una cueva. Hoy, la cueva conserva esta función en los Andes : según los relatos recolectados en los años 1990 en Potosí, en los cuales se lee claramente el sincretismo cultural entre la cultura andina y la cultura católica, la lucha entre San Bartolomeo y el diablo (quien representa una figura insumisa de los mitos andinos) termina cuando el santo logra encerrar al diablo en una cueva. La cueva aparece así como un lugar que utilizan los que están en el poder para encerrar a aquellos que los desafían, a aquellos que no obedecen, a aquellos que es imposible controlar. Una vez aisladas, estas figuras ya no representan gran amenaza.
Si consideramos que nosotros, ciudadanos del mundo, representamos una amenaza para quienes tienen las riendas del poder hoy, entonces podemos vivir nuestro confinamiento como una pérdida de libertad impuesta por los gobiernos. Siendo así, podemos comparar nuestro confinamiento a la alegoría de la caverna que expone Platón en La República. En su texto, Platón imagina una morada subterránea en la que viven hombres encadenados que solo pueden ver sombras de objetos. Estos hombres representan la ignorancia pues su visión del mundo está hecha de espejismos. Encerrados en nuestro hogar para no exponernos al COVID-19, también debemos respetar restricciones impuestas que nos obligan a cambiar nuestro modo de movernos, de utilizar el tiempo, de trabajar, de relacionarnos. Y, desde casa, interactuamos casi exclusivamente a través de internet, la ventana que nos muestra el mundo.¿No estamos entonces participando en la construcción de un mundo que, como el que ven los hombres encadenados en el relato de Platón, está hecho de espejismos ?
Recordemos sin embargo que Platón introduce al hombre-filósofo confrontándolo justamente con la morada subterránea. Es así como el este descubre y entiende el verdadero mundo pues puede compararlo con los espejismos de la cueva. La contemplación en lugares oscuros aparece como un paso en el aprendizaje del hombre-filósofo, así como lugares similares hacen parte del aprendizaje de los mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, quienes deben aislarse durante 18 años para aprender a pensar y a entender el mundo. Sólo así, consiguen entender cómo lograr matener el equilibrio del universo. En ciertos episodios de la mitología, que son reflejos de ritos de iniciación, también aparece la cueva como un lugar clave que introduce un nuevo comienzo. Por ejemplo, Rómulo y Remo aún bebés son acogidos y criados en una cueva por una loba en el mito de la fundación de Roma. Se convierten entonces en los “hijos de la loba”, el animal de Marte. Este episodio es indispensable para entender cómo y por qué los romanos forman una nación de guerreros. En el relato, como los jóvenes que hacen el rito iniciático, Rómulo y Remo pasan por una muerte simbólica antes de renacer y de entender su destino. Entonces, ¿por qué no comparar nuestra realidad con estos episodios de la mitología, racional y explicativa, y hacer de nuestro confinamiento un encierro iniciático ? Si lo hacemos, podemos explorar pistas para atravesar más facilmente este período y para prepararnos a salir de la crisis que vivimos.
Hoy, no sabemos cuánto puede durar la crisis ni que sucederá después. Pero sí podemos estar atentos al ardor intelectual que ha surgido estos últimos meses. El cambio es aún necesario y nuestras protestas son legítimas. Si logramos hacer de nuestro confinamiento un tiempo de reflexión, de observación y de aprendizaje, podremos pensar y contribuir con nuestras ideas a la reflexión sobre un mundo mejor, sobre un futuro más humano. Quizás así, al terminar el confinamiento, habremos preparado el futuro y podremos proponer algo que nos permita resistir al espejismo al que nos podrían someter.