Según leyendas y mitos de las culturas del mundo, las comunidades humanas siempre han actuado para recuperar el equilibrio que ha desordenado el trickster, un “tramposo” desobiente. Así mismo, los actos y las palabras arrogantes de Donald Trump nos han impulsado a salir a las calles para protestar y defender ciertos valores. Trump desafía los límites y representa un personaje irracional quien por sus actos insolentes nos empuja hacia la razón.
El trickster es un personaje mítico y atemporal que molesta. En los relatos, es él quien introduce la muerte y quien irrespeta las reglas ya que no entiende las prohibiciones. Este personaje de la mitología puede tener representantes humanos. Por ejemplo, en Grecia, Dionisio, aquel dios que encarna la esencia del trickster, anima a los actores escondidos detrás de sus máscaras a hacer trampa y a transgresar durante las fiestas en su honor. El trickster y sus representantes humanos tienen pues la capacidad de atravesar límites pero no logran respetar la moralidad de la sociedad. Sus irreverencias recuerdan a la comunidad las reglas al igual que las acciones que se deben emprender para poder restablecer el equilibrio. Nos proponemos aquí retomar algunos puntos que marcaron la presidencia de Donald Trump, quien creemos encarna características atemporales del tramposo mitológico, para desenmascararlo y recordar que esta figura puede inspirar a aquellos que llegan al poder.
En la mitología, para enseñar a los miembros de la comunidad las reglas esenciales y su importancia, el trickster tiene un rol determinante. A través de acciones ambivalentes, este personaje mítico recuerda la importancia del respeto de los límites. Por ejemplo, en el mito de la fundación de Roma, Remo no entiende el valor del pomerium (la muralla de Roma), límite que su hermano ha trazado. Es por esto que Remo atraviesa indebidamente este límite, conviriéndose así en un trickster y desafiando el orden que Rómulo intenta establecer. El hermano del fundador de Roma se convierte también en el primer enemigo de la ciudad y, por su acto indebido y casi mágico, la muralla de Roma pierde su función pues como Remo otros podrán atraversarla. Esto nos permite entender porque Rómulo debe matar a su hermano y pedir a los romanos que sigan su ejemplo para proteger debidamente esta frontera simbólica.
En mayo 2020, los ciudadanos del mundo entendieron rapidemente que D. Trump desafiaba los límites, que transgredía el orden moral del mundo y de la sociedad, al igual que Remo había desafiado el orden de Roma. En mayo 2020, la muerte de George Floyd fue efectivamente un evento que permitió desenmascarar a Trump y que mostró claramente la desigualdad de la sociedad estado-unidiense y el poder que algunos se han otorgado. Por esto, y por el respeto de la vida, miles de ciudadanos salieron a la calle a gritar “Black Lives Matter”, consigna ya conocida que se oye desde 2016. D. Trump consideró entonces que aquel movimiento ciudadano era un “símbolo del odio”, demostrando así su irrespeto hacia la vida de George Floyd y de miles de seres humanos. La muerte de George Floyd y los comentarios de Trump desencadenaron la indignación de los ciudadanos estado-unidenses y, rapidamente, el movimiento nacido en Estados-Unidos se difundió por el mundo entero. Es así como Amsterdam, Berlín, Londres y muchas otras gritaron su indignación. En pleno caos sanitario, corriendo el riesgo de ser contaminados, los ciudadanos del mundo se juntaron y unieron sus voces para recordar que nuestro compromiso y apego a los valores, a la justicia, a la verdad y a los derechos humanos están más vivos que nunca. Protestamos porque Trump, y otros, han desafiado e irrespetado el orden del mundo. Asi fue como las palabras de Trump liberaron una energía que podríamos comparar a aquella que libera el trickster en los mitos: Trump y sus palabras transgresoras de la moralidad hicieron que la humanidad se movilizara. Claro está, el impacto de las palabras de Trump se entiende también por la importancia que tiene en el mundo el presidente de los Estados-Unidos.
Los Estados-Unidos siguen siendo hoy los ganadores de la mundialización y aún dominan la economía y la política internacional. El lugar ante la comunidad internacional que decidieron otorgarse los Estados Unidos al final de la segunda guerra mundial les ha dado un gran poder. Este poder lo ha utilizado cada presidente americano para construir la “pax americana” ya sea por el camino del unilateralismo o del multilateralismo. Aunque no siempre se han respetado los mecanismos de decisión de las instancias internationales, los Estados-Unidos siempre han querido garantizar y defender estas instancias. Trump decidió romper con esta tradición y con las relaciones diplomáticas cordiales. Es así como, siendo presidente de Estados Unidos, Trump desestabilizó la OMC al amenazar con dejar este organismo. Si esta decisión hubiera sido la única, se hubiera podido acolar al discurso republicano o al regreso a la política proteccionista de los padres fundadores de Estados Unidos. Pero Trump también decidió retirar a su país de la Unesco y del Consejo de los derechos humanos de la ONU, dos órganos que defienden valores tan esenciales e importantes como el patrimonio cultural humano y el derecho a la vida. Recordemos también en fin que Trump anunció, en un momento clave en el que la OMS necesitaba el apoyo de los dirigentes del mundo, el fin de la relación de su país con la OMS cuestionando el manejo que esta llevaba de la crisis del Covid-19. Sin el apoyo la gran potencia americana, la OMS perdía herramientas claves para luchar contra una pandemia que ahogaba y sigue ahogando los sistemas de salud, la economía de los hogares y de las naciones, la educación, nuestras relaciones sociales. De hecho, la actitud de Trump ante esta pandemia fue no sólo torpe sino peligrosa: en Estados-Unidos, el rechazo de la máscara (o tapabocas) durante la campaña presidencial fue signo de patriotismo trumpista lo cual dejó que el virus circulara libremente y que el número de contagios y muertes subiera descontrolado. Es así como Trump ha transgresado la tradición diplomática de su país y las reglas de la comunidad internacional. Su postura ante los órganos que luchan contra la barbarie son una ofensa para la humanidad y para la moralidad mundial. Su política representa un desafío y su desobediencia nos recuerda una vez más al trickster pues esta figura mitológica tramposa y torpe dispone de una fuerza extraordinaria que no sabe controlar, lo que la convierte en una fuerza devastadora.
Ayar Cachi, un personaje del mito de la fundación de Cuzco, nos permite ilustrar esta característica del trickster. Ayar Cachi es uno de los hermanos de Ayar Manco (también conocido como Manco Capac), el fundador de Cuzco. Al salir de la cueva con sus hermanos en búsqueda de un lugar para instalarse, Ayar Cachi juega con su honda. Su fuerza es tal que destruye las montañas andinas y sus hermanos, preocupados y aún si admiran esta fuerza extraordinaria, deciden encerrarlo de nuevo en la cueva para capturar la fuerza y restabler el equilibrio. Encerrado en la cueva, Ayar Cachi representa un mundo anterior al mundo civilizado y ordenado que fundará su hermano. La suerte de Trump no ha sido la misma que la de Ayar Cachi pues, por el momento, no han logrado encerrarlo. Pero sus actos y palabras vergonzosos han puesto en marcha controversia e indignación y han logrado desordenar el mundo.
Después de haber perdido las elecciones, Trump no reconoció su fracaso y hasta pidió a sus seguidores que manifestaran para mostrar su desacuerdo con el resultado de la opinión ciudadana. Trump ha demostrado así que quiere jugar también con las instituciones democráticas de su país, aquellas que hacen el orgullo y la identidad política de los Estados-Unidos. Tal vez sea pura casualidad simbólica, pero, en la mitología, para restablecer el orden que el trickster ha desbaratado, siempre interviene una figura femenina fuerte. Hoy, Biden y Harris han llegado al poder pero aún deben apartar a un trickster para sacar el mundo del caos.