El manifiesto redactado por Charlie Hebdo, en el marco del juicio de la masacre de su redacción en 2015 y de las nuevas amenazas sufridas por el semanario, no fue presentado a tiempo a Mediapart para incluir su firma.
Ya publicado, en particular en Le Canard Enchainé, con la lista completa de sus firmantes, un miembro de nuestra redacción recibió un correo electrónico de Fabrice Nicolino, periodista de Charlie y víctima del atentado del 7 de enero de 2015, disculpándose porque « un problema técnico -creo que debo insistir, fue involuntario- eliminó de la lista que le envío a Mediapart ». « Parecería absurdo y perjudicial para todos –añadió- que Mediapart no incluya su nombre a la lista ».
Disculpando este descuido involuntario, reparamos este menoscabo y este absurdo, del que no somos responsables, publicando este llamamiento colectivo tras una discusión en el marco de nuestra conferencia editorial diaria, este miércoles 23 de septiembre por la mañana. Regards, Politis y Basta, cuyas firmas no fueron solicitadas por sus iniciadores, nos han hecho saber que también se unen a esta iniciativa. Y queremos aprovechar esta oportunidad para recordar la emisión solidaria organizada en directo por Mediapart el 7 de enero de 2015, la noche del atentado contra Charlie, a la que invitamos a todas las redacciones posibles.
Carta abierta a nuestros ciudadanos
Nunca antes los medios de comunicación, que a menudo defienden puntos de vista divergentes y raramente utilizan los manifiestos como forma de expresión, han decidido conjuntamente dirigirse a su público y a sus conciudadanos de manera tan solemne.
Si lo hacemos, es porque nos parece crucial alertaros sobre uno de los valores más fundamentales de nuestra democracia: vuestra libertad de expresión.
Hoy, en 2020, ciertos de vosotros reciben amenazas de muerte a través de las redes sociales cuando exponen opiniones singulares. Los medios de comunicación son designados abiertamente como blanco de organizaciones terroristas internacionales. Los Estados presionan a los periodistas franceses « culpables » de publicar artículos críticos.
La violencia de las palabras se ha transformado poco a poco en violencia física.
En los últimos cinco años, mujeres y hombres de nuestro país han sido asesinados por fanáticos debido a sus orígenes o sus opiniones. Periodistas y caricaturistas han sido ejecutados para que dejen de escribir y dibujar libremente para siempre.
« Nadie debe verse molestado por sus opiniones, ni siquiera religiosas, siempre que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley », proclama el artículo 10 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Este artículo se complementa de forma inmediata con el siguiente: « La libre comunicación de pensamientos y opiniones es uno de los derechos más preciados del hombre: todo ciudadano puede, por tanto, hablar, escribir e imprimir libremente, a menos que suponga un abuso de esta libertad en los casos que determine la ley ».
Así pues, todo el edificio jurídico elaborado durante más de dos siglos para proteger vuestra libertad de expresión está siendo atacado, como nunca antes en los últimos setenta y cinco años, por nuevas ideologías totalitarias, pretendiendo a veces inspirarse en textos religiosos.
Por supuesto, esperamos que los poderes públicos desplieguen los medios policiales necesarios para asegurar la defensa de estas libertades y condenen firmemente a los Estados que violen los tratados que garantizan vuestros derechos. Pero tememos que el legítimo temor a la muerte extienda su dominio y ahogue inexorablemente a los últimos espíritus libres.
¿Qué quedará entonces de aquello que soñaron los redactores de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789? Estas libertades son tan naturales para nosotros que a veces olvidamos el privilegio y la comodidad que representan para todos nosotros. Son como el aire que respiramos, y ese aire se está volviendo cada vez más escaso. Para ser dignos de nuestros ancestros que combatieron por ellas y nos las transmitieron, debemos estar resueltos y no ceder más ante estas ideologías mortales.
Las leyes de nuestro país ofrecen a cada uno de vosotros un marco que os permite hablar, escribir y dibujar como en pocos lugares del mundo. Depende de vosotros disfrutar de tales derechos. Sí, tenéis derecho a expresar vuestras opiniones y a criticar las de los demás, ya sean políticas, filosóficas o religiosas, siempre que se respeten los límites establecidos por la ley. Recordemos aquí, en solidaridad con Charlie Hebdo, que pagó su libertad con la sangre de sus colaboradores, que en Francia el crimen de blasfemia no existe. Algunos de nosotros somos creyentes y podemos naturalmente sorprendernos ante la blasfemia. Sin embargo, apoyan sin reservas nuestra iniciativa. Porque al defender la libertad de blasfemar, no es la blasfemia lo que defendemos sino libertad.
Os necesitamos. Necesitamos vuestra movilización. El baluarte de vuestras conciencias. Los enemigos de la libertad deben entender que todos juntos somos sus decididos adversarios, sean cuales sean nuestras diferencias de opinión o creencia. Ciudadanos, diputados locales, políticos, periodistas, militantes de todos los partidos y asociaciones, más que nunca en estos tiempos de incertidumbre, debemos unir fuerzas para ahuyentar el miedo y hacer triunfar nuestro indestructible amor por la Libertad.