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Billet de blog 19 août 2025

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Bolivia: el colapso del MAS y las reconfiguraciones del voto popular

Entrevista a Pablo Stefanoni/ Por Fabien Escalona

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La crítica situación del país hacía previsible una sanción del gobierno y de la izquierda en general, pero la magnitud de la caída es espectacular. ¿Cómo explicarlo?

Bolivia llegó a las elecciones del 17 de agosto con una certeza: que el Movimiento al Socialismo (MAS), fuerza hegemónica desde 2005, quedaría afuera. Eso, en efecto, ocurrió así debido a tres factores interrelacionados: la guerra intestina en el MAS, la crisis económica y el fin del liderazgo incontestado de Evo Morales en la izquierda boliviana.

La guerra interna en el MAS se dio entre evistas [seguidores de Evo Morales], arcistas [por el presidente Luis Arce Catacora] y androniquistas [por el candidato presidencial Andrónico Rodríguez].

Esa guerra interna fue brutal y contribuyó a la autodestrucción del MAS: el gobierno enjuició e inhabilitó a Morales y le quitó la sigla del MAS por medio de una maniobra judicial, y Morales intentó bloquear el país contra el gobierno de Arce. El joven candidato Andrónico Rodríguez, al comienzo relativamente bien posicionado en las encuestas, pasó de ser el delfín de Evo Morales a ser considerado traidor por postularse a la presidencia sin el permiso del caudillo. Por eso el expresidente llamó a anular el voto. Atacado por el gobierno y por Morales, la candidatura de Andrónico Rodríguez se desinfló.

Por otro lado, la crisis económica hizo olvidar a la gente el periodo de bonanza conocido como «milagro económico boliviano» y los discursos económicos de tipo liberal comenzaron a resultar más atractivos frente a los problemas del estatismo nacionalista del MAS. Esta crisis explica que el candidato de Arce, Eduardo del Castillo, obtuviera solo 3% de los votos. Finalmente, tenemos el agotamiento del liderazgo de Evo Morales. Es verdad que el 18% de voto nulo -que en gran medida respondió a su llamado- muestra que aún tiene influencia en ciertos sectores, pero el voto nulo reflejó también la impotencia de Morales frente a su inhabilitación y representa más un techo que un piso electoral: coincide con el 15% de apoyo duro a su figura. Morales se encuentra autoexiliado en la zona del Chapare, su bastión político, para no ser detenido por una acusación de abuso de menores reactivada por el gobierno de Arce. No está políticamente muerto pero sí extremadamente debilitado.

El primer lugar de Rodrigo Paz resultó una sorpresa, todas las encuestas daban primero al político y empresario Samuel Doria Medina y segundo al candidato de derecha radical y expresidente Jorge «Tuto» Quiroga, ¿cuál es la razón?

Las encuestas acertaron en que la segunda vuelta sería entre centroderecha y derecha radical. También acertaron en que el segundo sería el expresidente Jorge «Tuto» Quiroga, asociado a la derecha radical de Miami. Pero fallaron en quién sería el ganador de la primera vuelta: el favorito era Doria Medina, un rico empresario de centroderecha (aunque forma parte de la Internacional Socialista) que armó una alianza muy amplia y contó con el apoyo del magnate boliviano Marcelo Claure.

El ganador del primer turno fue Rodrigo Paz Pereira, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), un político pragmático de 57 años que pese a estar en política hace décadas no es percibido como una vuelta al poder de las viejas elites. Además, Paz llevó como candidato a vicepresidente a un expolicía muy popular, Edman Lara, un cruzado contra la corrupción policial, que es un tema muy sensible en la sociedad boliviana. El ahora candidato fue echado de la policía por denunciar la complicidad de los altos mandos. Aunque reivindica al presidente salvadoreño Nayib Bukele, repite que hay que respetar la Constitución y las leyes; su bukelismo soft pone el acento en la policía corrupta y su tono poco «ideológico» conectó con una Bolivia descreída y cansada.

Con una fuerte campaña en TikTok, el «Capitán Lara», de 39 años, se presentó como el «candidato viral del pueblo» y conectó con el occidente andino de Bolivia (tras ser echado de la policía, vendió ropa usada en un mercado). «El próximo presidente saldrá de las redes sociales, no de los movimientos sociales», declaró con tono profético en una entrevista preelectoral. Pero eso no es toda la verdad: Paz y Lara recorrieron el país, haciendo pactos con diversas organizaciones en busca de apoyo electoral, mostrándose «cerca de la gente».

Si miramos la votación a grandes rasgos, a la espera del resultado desagregado, podemos decir que la Bolivia andina votó por Paz-Lara para no darle el poder a las viejas elites (Doria Medina y Tuto Quiroga). El voto al MAS parece haberse dividido mayormente en voto nulo y a Paz-Lara -un «político politiquero» pragmático con un outsider populista- (y una pequeña parte para Andrónico Rodríguez). Es un resultado muy diferente a la región agroindustrial de Santa Cruz, donde ganó Quiroga. Tal como están los resultados Paz es el favorito para el balotaje.

Entre las numerosas experiencias gubernamentales de izquierda en la región durante la década de 2000, ¿cuál fue la originalidad de la del MAS y Evo Morales? Si el nombre del partido evoca el socialismo, ¿cómo se pueden caracterizar sus logros efectivos?

La originalidad del MAS fue poner en primer plano la cuestión indígena y la «plurinacionalidad» por un lado, y el nacionalismo económico por el otro (nacionalización del gas). El nombre del partido puede llevar de todos modos a confusión: el Movimiento al Socialismo (MAS) fue una sigla que Evo Morales consiguió porque la Justicia no legalizaba la suya: el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP). Su modelo nacionalista de izquierda pareció funcionar con precios altos de las materias primas -y prudencia fiscal-, pero la industrialización prometida se limitó a pequeñas fábricas ineficientes, mientras que las reservas de gas se fueron agotando. Aun así, Bolivia creció mucho en la casi década y media de Morales, con Luis Arce como ministro de Economía, pero eso parece cosa del pasado. Como ha señalado el periodista Fernando Molina, Bolivia puede ser muy «ingrata» con sus líderes -hoy amados, mañana odiados-.

Al mismo tiempo, la idea de que los indígenas iban a regenerar Bolivia se fue debilitando. Y la gente se fue cansando de Morales y de sus esfuerzos permanentes para conseguir la reelección. Lo «indígena» fue perdiendo prestigio y potencia narrativa. Y la plurinacionalidad, muy complicada de operativizar, se redujo más bien a cuestiones simbólicas. No obstante, hubo un empoderamiento popular real que veremos como sigue en el nuevo ciclo que se abre ahora. Bolivia parece volver a la década del 90: fragmentación política, crisis económica, pactos de cúpulas para lograr mayorías parlamentarias y una izquierda dividida.

Evo Morales parecía ser la figura clave de este movimiento. ¿Qué ha ocurrido internamente desde su derrocamiento tras las controvertidas elecciones de 2019? ¿Se ha agravado el faccionalismo? ¿Era inevitable?

Evo Morales comenzó a desgastarse tras el referéndum de 2016, cuando ganó el «No» a la reelección pero él siguió adelante con ese proyecto. En 2019 fue derrocado por una asonada cívico-policial. Sorpresivamente el MAS volvió al poder un año después, con más de 50% de los votos. Pero no volvió Morales, sino Luis Arce. Allí comenzó una guerra por el control del gobierno y del MAS. Morales consideró siempre que Arce era un candidato de transición que debía vehiculizar su regreso al poder, pero este se rodeó de su propia camarilla y decidió ir por su reelección (luego se bajó por falta de votos). Muchos intentaron mediar en la crisis del MAS (el presidente venezolano Nicolás Maduro, el expresidente español José Luis Rodriguez Zapatero, Raúl Castro y otros) pero ninguno tuvo éxito. No sé si era una fatalidad pero era algo esperable, y así la guerra interna fue escalando potenciada por una cultura caudillista como la boliviana. Por otro lado, el MAS no es un partido en sentido estricto sino una compleja federación de sindicatos y movimientos sociales. En medio de estos enfrentamientos -que incluyeron un ataque a balazos contra Morales- el partido fue sufriendo un proceso de descomposición política. Morales comenzó a ver traidores por todos lados, incluido su fiel vicepresidente Álvaro García Linera. Que el partido más poderoso del último medio siglo terminara implosionado es de todos modos muy impresionante. Evo tratará de resistir con su nuevo movimiento, EVO Pueblo, atrincherado en posiciones ideológicas bolivarianas, como su apoyo a Putin y a Maduro, que solo interpelan a sus bases más duras.

Pase lo que pase en octubre, este país estará gobernado por la derecha. ¿Qué repercusiones cabe esperar desde el punto de vista regional?

Ambos candidatos llamaron a distanciarse de Irán, país con el que Bolivia firmó acuerdos de cooperación, y de Venezuela, y a acercarse a Estados Unidos. Ambos son favorables, no obstante, a permanecer en los Brics.

Quiroga es un anticomunista mucho más cercano a los foros de la derechas radicales, y más hostil al Mercosur, al que considera «una cárcel comercial». Hay que considerar que a Javier Milei en Argentina se podría sumar José Antonio Kast en Chile si las encuestas no fallan como lo hicieron en Bolivia, lo que generaría incentivos para un giro a la derecha. En todo caso, Paz es más pragmático y menos «ideológico» que Quiroga, pero ese pragmatismo lo debería llevar hoy hacia la derecha, como ocurrió con su padre Jaime Paz Zamora, un antiguo izquierdista elegido el año de la caída del Muro de Berlín, quien se alió con el exdictador Hugo Banzer para llegar a la presidencia.

¿La victoria de uno u otro finalista supondrá una diferencia para la izquierda boliviana? ¿Cuál es su prioridad para reconstruirse?

Posiblemente un triunfo de Paz-Lara conecte mejor con el mundo popular que Tuto Quiroga, como ya se ve en la geografía electoral, y eso dificulte el renacimiento de la izquierda. El MAS nació de procesos profundos como las «guerras» del agua y del gas, pero también fue impulsado por un clima regional de cuestionamiento al neoliberalismo. Y todo ello encontró en Evo Morales al líder que unificó a la izquierda y al bloque «popular». Hoy no existe nada de eso. Las izquierdas regionales que gobiernan carecen de fuerza transformadora y varias posiblemente perderán las próximas elecciones (Chile, Colombia, veremos Brasil). Lo que es probable es que el próximo gobierno se enfrente a la necesidad de ajustar la economía sin tener mayorías congresales ni liderazgos fuertes, lo que podría alimentar la protesta social.

Versión en francés: https://www.mediapart.fr/journal/international/190825/il-est-frappant-de-constater-que-le-parti-le-plus-puissant-du-dernier-demi-siecle-en-bolivie-fini-p

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