La humanidad no está bajo arresto domiciliario
- 6 nov. 2017
- Par Edwy Plenel
- Blog : Les carnets libres d'Edwy Plenel
Fue la editorial Bayard quien tuvo la idea tras leer en Mediapart mi artículo de opinión publicado el pasado 15 de agosto (leer aquí en francés, en inglés y en español). Su iniciativa responde a una convicción, la solidaridad con los inmigrantes es una causa común que compartimos con este grupo de prensa, editor del diario católico La Croix, entre otros. En 2004, Bayard publicó Le livre de l’hospitalité (El libro de la hospitalidad), un formidable trabajo colectivo subtitulado L’accueil de l’étranger dans l’histoire et les cultures (La acogida del extranjero en la historia y las culturas).

« La ética es hospitalidad »; anunció temprano Jacques Derrida. Toda la obra de este gran filósofo del siglo pasado se nutre de esta cuestión de acogida incondicional del otro, donde se juega, concretamente, la responsabilidad que nos confiere nuestra libertad. Vuelve una y otra vez al mismo punto. Aquí: « Las leyes de la ética son siempre las leyes de hospitalidad: la hospitalidad no es una cuestión ética entre otras.» O aquí: « La hospitalidad es la ética misma, el todo o el principio de la ética.» Por esto, toda esta humanidad de refugiados, de migrantes, de exiliados, que desde nuestros contornos mediterráneos, llegan a nosotros, europeos, constituye la prueba moral de nuestro tiempo, este momento donde, de nuestra respuesta, depende nuestra salud.
Igual que ayer, un pueblo que oprimía a otro no podía ser libre, un pueblo que, hoy, no responderá a la cita de las solidaridades elementales con el extranjero que busca asilo, no sabrá, el día de mañana, defenderlas por y para él mismo. La pedagogía de cada uno debe mirar por y para sí mismo, del egoísmo, de la apatía y de la insensibilidad, esta renuncia esencial, trae consigo, en efecto, una abdicación general. Pues la cuestión migratoria pone sobre la mesa la cuestión de la universalidad de la condición humana, la misma que la Declaración francesa de Derechos Humanos de 1789 enunció en primer lugar.
« Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos », proclamó después la Declaración Universal de 1948, tras el estrépito de los nacionalismo europeos que pusieron al mundo entero en peligro. O, entre estos derechos, aparece el « de circular libremente y elegir su residencia en el interior de un Estado », así como el « de dejar todo país, incluso el suyo ». La igualdad de derechos incluye la libertad de migrar. Es decir, de poder huir de la fatalidad del lugar de nacimiento y de la injusticia de este azar. La humanidad no está bajo arresto domiciliario. Tiene el derecho fundamental de desplazarse en búsqueda de justicia, de marcharse en búsqueda de la felicidad, de caminar con el afán de encontrar la dignidad, en definitiva, de desplazarse para poder vivir mejor.
Situada en el corazón de este manifiesto de hospitalidad, una frase de Frantz Fanon lo anuncia de manera admirable: « No hay que tratar de fijar al hombre, pues su destino es ser soltado ».
He evocado este libro en dos programas de televisión emitidos el domingo 5 de noviembre, el primero en Canal Plus (Clique Dimanche de Mouloud Achour), el segundo en BFMTV (Et en même temps de Apolline de Malherbe). Ver aquí los vídeos:
Versión y edición española : Irene Casado Sánchez.
- Lire le billet en français : L’humanité n’est pas assignée à résidence
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