Los resultados electorales del 22-M en Andalucía pueden seguir siendo analizados como cualquiera de los comicios anteriores, desde el manejo de las expectativas creadas por los sondeos y por los objetivos confesados por cada cual. Pero sería absurdo que los principales actores del sistema político no asumieran que el primer asalto de este largo año electoral confirma que asistimos a un nuevo ciclo político que exige cambios profundos en el fondo y en las formas.
Prescindamos (que ya es demasiado prescindir) de la ideología, de los principios, de la justicia social, de la desigualdad galopante… Vamos a ceñirnos a lo que a “ellos” les gusta y de lo que presumen: la pragmática, la realidad inmediata, el mal menor, lo posible, lo fáctico, el rigor en la gestión. Y entonces la conclusión es también letal. Estamos en manos de irresponsables.
Ha arrancado la campaña electoral europea posiblemente más decisiva y difícil de su historia. El 25-M está marcado por la Gran Recesión económica cuya gestión ha dividido la Unión Europea entre acreedores y deudores, entre ricos y pobres, o entre más y menos ricos (todo depende de con quién nos comparemos).
Le juge José Castro a consacré pas moins de 227 pages à son argumentation destinée à l’Audience provinciale de Palma de Majorque, au parquet anticorruption, à la maison royale, aux courtisans bien ou mal payés et au système institutionnel lui-même, qui ne tolère pas le moindre bouleversement. Castro appelle l’infante Cristina à comparaître comme mise en examen le 8 mars, journée internationale de la femme
El juez José Castro ha dedicado 227 folios a argumentar un « zas en toda la boca » de respuesta a la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca, a la Fiscalía Anticorrupción, a la casa del rey, a cortesanos bien o mal pagados y al mismísimo sistema institucional que no tolera que nadie provoque el más mínimo bamboleo. Castro cita a la infanta Cristina a declarar como imputada el próximo 8 de marzo
Criticaba Julio Camba, ya en 1943, la moda de las autobiografías, y sostenía que más bien debieran llamarse autoalibiografías, haciendo un retruécano con la palabra “alibí” : excusa, pretexto o coartada, es decir, « biografías en las que cada autor se agenciaba un “alibí” para sus crímenes ».